martes, abril 29, 2014

La economía de mercado perpetúa inequidad

¿Cuál es el sistema económico óptimo para reducir las iniquidades y los niveles de pobreza? ¿Será una economía de mercado con mínima intervención estatal o en una economía planeada con dirección central o una economía mixta con sectores operando de acuerdo a las reglas del mercado y otros sectores bajo control del Estado o una economía participativa en donde los principales actores en cada sector toman las decisiones de qué producir, cómo producir, a qué precios y cómo distribuir?

Un sistema económico es sustentable cuando la mayoría se beneficia la mayor parte del tiempo. Esto no ha sido el caso de los sistemas económicos que han venido operando en México. Las diferencias en términos económicos, sociales y culturales entre los mexicanos no se han reducido, sino por el contrario han aumentado. La historia nos dice una y otra vez de que los sistemas alternativos del fascismo, nazismo, leninismo, estalinismo, maoísmo y otros probablemente acentuaron más las diferencias no solamente dentro del propio país, sino con los países vecinos.

Probablemente el sistema menos malo siga siendo uno basado en las decisiones “democráticas del mercado”. En condiciones óptimas la competencia en los mercados lleva a la mejor asignación de los recursos y al mejor pago a los trabajadores. El problema es que casi no hay mercados de competencia perfecta. El crecimiento desmedido de los sistemas financieros ha aumentado el riesgo de fracaso de los mercados reales de bienes y servicios en casi todos los sectores. Las últimas crisis económicas tienen su origen en los sectores improductivos, los sectores parásitos y especulativos asociados a las instituciones financieras.

Seguramente mis dos o tres lectores han visto la película “El Lobo de Wall Street” y la pregunta obligada después de verla es ¿cómo personas tan deshonestas y mal preparadas pudieron amasar semejantes fortunas? La respuesta obvia es que los sinvergüenzas siempre encuentran la manera y oportunidad para capturar los beneficios de cualquier sistema. Sin embargo, a pesar de todos estos ladrones y especuladores al acecho, el mejor sistema sigue siendo el de mercado. No obstante, este se tiene que vigilar y monitorear constantemente para evitar los abusos.

Es preferible una economía de mercado con buenos sistemas regulatorios, que un sistema de comando con malos funcionarios públicos.

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