lunes, junio 04, 2018

La reunión cumbre del Grupo de los Siete y el desaire canadiense a México

El próximo fin de semana, del 8 al 9 de junio 2018, se celebrará la cumbre de los líderes de los países del Grupo de los Siete en Canadá. Los miembros del G-7 incluyen a varios de los principales países industrializados del mundo tales como Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea. Como preludio a la reunión, el 2 de junio, los representantes financieros de seis del Grupo de los Siete le enviaron un fuerte mensaje a Washington expresando su preocupación y desilusión por la imposición de tarifas al acero y al aluminio a Canadá, México y a los países de la Unión Europea. Ese mensaje de decepción sienta el espíritu para la reunión: la discusión sobre el comercio entre aliados y el liderazgo de Estados Unidos en el concierto económico internacional.

Como es usual, el país anfitrión tiene la prerrogativa de invitar a líderes de otros países que pueden contribuir a los temas a tratar durante la reunión. La agenda incluye: inversión en el crecimiento incluyente, preparación para los empleos del futuro, avanzar en la igualdad de género y en el empoderamiento de las mujeres, trabajo conjunto en cambio climático, los océanos y la energía limpia, construyendo un mundo más pacífico y seguro. De tal manera, Canadá invitó a Argentina, Bangladesh, Haití, Jamaica, Kenia, las Islas Marshall, Noruega, Ruanda, Senegal, Seychelles, Sudáfrica, y Vietnam.

Eso me sorprendió ¿por qué Canadá prefirió invitar a Argentina y excluir a México, su segundo principal socio comercial en América y miembro del TLCAN? Una explicación es que, dado que Argentina ocupa la presidencia para la reunión del grupo de los 20, su asistencia a la cumbre del G7 serviría para armonizar la temática de ambas reuniones, pero creo que la ausencia de México se debió a otras consideraciones.

El anfitrión tiene la elección de invitar algún otro país dependiendo de los cambios en las circunstancias, y con la imposición de Trump de los aranceles a las exportaciones de acero y aluminio, junto con la declaración de descontento de los sies ministros de finanzas del G7, el tema del comercio internacional y la seguridad del mundo fue seguramente incorporado a la agenda informal. En ese momento, Justin Trudeau podía haber invitado a México, prefirió no hacerlo, probablemente porque considera a México un lastre en las negociaciones comerciales con EE.UU. ¿Será que está considerando un acuerdo bilateral con Estados Unidos?

Parece que el primer ministro canadiense y su equipo desconocen el dilema del prisionero en donde dos delincuentes sin comunicación entre ellos podrían cooperar guardando silencio y alcanzar la pena mínima, pero cuando dejan de cooperar y se acusan reciben penas mayores. El dilema del prisionero es un problema fundamental de la teoría de juegos que muestra que dos personas pueden no cooperar incluso si ello va en contra del interés de ambas. La falta de cooperación de Canadá con México llevará a ambos países a tener un peor acuerdo con Estados Unidos.

Ya en la visita de Trudeau a Washington en febrero del 2017, Trump manifestó que no tenía problemas con Canadá sino tan sólo con México. Declaraciones que alegraron al líder canadiense, quien en ningún momento abogó por México.

El primer ministro canadiense parece no darse cuenta que apenas Trump requiera de otro contrincante para presumir otra victoria, ese contendiente va a ser su país, y Trudeau, quien calificó a Fidel Castro como “una figura más grande que la vida que sirvió a su pueblo durante casi medio siglo”, hubiera estado mejor servido hacer equipo con México en lugar de medrosamente olvidar su responsabilidad histórica y geopolítica… “Mr. Trudeau you’re no Fidel Castro.”

De la misma manera que ha habido estados-nación, habrá estados-relación.
De la misma manera que ha habido fronteras que desaparecen ante causas justas, habrá separación de fronteras ante intereses mezquinos.”

Este desaire y falta de respeto a nuestro país por Canadá, es clara advertencia de que cuando las cosas marchan mal, Canadá salta barco. Ese país no nos va a apoyar, sino va a velar primero por sus intereses, por eso en el pasado nos ha negado las visas y seguirá haciendo lo que considera en su provecho y, si eso implica echar a México a los leones para seguir manteniendo sus beneficios con Estados Unidos, así lo hará.

sábado, junio 02, 2018

Estados Unidos de Trump y Aranceles

Con la reciente medida de Donald Trump de imponer aranceles del 25% a las exportaciones de acero y del 10% a las de aluminio a México, Canadá y los países de la Unión Europea (UE), nos damos cuenta de que su frase América Primero no solamente era una frase de campaña sino una manera de pensar. A Trump no le importa que tan bien le va en otras áreas de su relación con otros países, sino que tiene que ganar en todas ellas. Estados Unidos, con esta acción, declara al mundo 1) que prefiere estar solo que cooperar con otros, 2) que no tiene vecinos y amigos, sino tan sólo intereses, y 3) que prefiere intimidar antes de negociar.

EE.UU. es el país que más enemigos tiene sobre la faz de la tierra, por lo que su seguridad, tranquilidad y bienestar requieren en un mundo globalizado, sin fronteras para el terrorismo, trabajar con otros países de manera concertada y con objetivos comunes. La actitud individualista y egoísta de Trump de atacar a sus vecinos y amigos, hace a Estados Unidos más inseguro y menos confiable.

La frontera más transitada del mundo es la de México con Estados Unidos, y a pesar de que más de un millón de personas cruza la frontera cada día, ni un solo terrorista ha entrado a Estados Unidos por México. Donald Trump no reconoce la colaboración del Estado Mexicano en materia de seguridad, sino que lo sigue atacando de “que no hace lo suficiente para controlar el flujo de indocumentados de México y Centroamérica a su país”.

La historia auguraba que la región de América del Norte, con la unión de sus tres países, sería una de las de mayor crecimiento y prosperidad del mundo. Desde su inicio el TLCAN benefició a los tres países, dándoles un piso de crecimiento positivo mínimo y un blindaje económico ante las crisis financieras y políticas internacionales. Trump no entiende que los déficits o superávits comerciales entre países no son decisión de sus gobiernos sino de las decisiones libres de millones de consumidores y productores en los tres países, en donde los gobiernos tienen poca injerencia. La economía nos dice que en el mediano y largo plazo las tendencias “ganar ganar” en un ambiente de libertad y poca intervención gubernamental tienden al equilibrio, mejorando el bienestar por encima de lo que cada país hubiera podido lograr sólo, produciéndose un mayor intercambio y mayor riqueza en las economías que se unen.

Trump busca las ganancias ya, en éste momento, y sólo para Estados Unidos. Su visión es cortoplacista, ejemplifica la filosofía del bully, del matón, de exigir todo a cambio de cacahuates. Con la imposición de estos aranceles de castigo a Canadá y México, Donald Trump acaba de tirar a la basura los principios de la integración económica, la cooperación y la buena vecindad.

Una guerra comercial no beneficia a nadie y al final del día, los más perjudicados son los habitantes de los tres países, o sea, sus consumidores. Aun cuando Trump diera marcha atrás y revirtiera los aranceles, habrá consecuencias. Probablemente la primera es que los otros países serán más cautos en negociar y para creerle a Estados Unidos, porque inconscientemente van a considerar que es un país sin palabra, con gobernantes nada confiables. Una segunda consecuencia es que este comportamiento aumentará el costo de las relaciones entre los países en materia de cooperación, comercio y seguridad.

Historia Magistra Vitae”, en efecto la historia es maestra de la vida, la historia nos ayuda a evitar los errores del pasado. Con esta acción, Donald Trump confirma –una vez más– que es un ignorante de la historia, pero no sólo el, sino también son ignorantes, chovinistas y los principales culpables de la situación actual aquellos que lo llevaron al poder y lo siguen apoyando. Los Estados Unidos de Trump son los principales culpables del retroceso de la cooperación y armonía internacional que costó tantas vidas y dos guerras mundiales para alcanzar.