lunes, mayo 04, 2015

Cumbre de las Américas: casa llena en Panamá

Por primera vez desde su inicio hubo casa llena en la cumbre de las Américas, participando los líderes de las 35 naciones, incluyendo al Presidente de Cuba Raúl Castro. En el pasado estas reuniones habían sido de poca trascendencia, siendo más de forma y apariencia que de fondo y sustancia. Un mecanismo creado por Bill Clinton en 1992 para confirmar el liderazgo estadounidense en América Latina.

Lo diferente de esta cumbre fue que marca el deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, produciéndose el primer encuentro formal entre los presidentes de ambas naciones desde 1956 cuando se reunieron el dictador cubano Fulgencio Batista y el Presidente estadounidense Dwight Eisenhower. Esta fue una reunión histórica al marcar el inicio del fin de 57 años de confrontación.

Como es natural en toda reunión de líderes políticos hubo ganadores y perdedores. Claro, todas las evaluaciones de esta índole son subjetivas, pero a mi juicio los principales ganadores fueron Obama y Castro. Estados Unidos ratificó su liderazgo en el hemisferio, recuperó su posición dominante en el Caribe con su acercamiento con Jamaica, y recortó el terreno perdido ante los avances de Rusia, China y España en la región. Cuba conquistó aliados económicos con Estados Unidos a la cabeza, siguiéndole el resto de los países latinoamericanos. Cuba logra esta conquista sin comprometerse a hacer concesiones democráticas y políticas. Raúl Castro aparece como un venerable abuelito simpático y dicharachero, con frases tales como: “Estas palabras las medité mucho, las escribí y las borré, y las escribí y las borré, y al final las dejé, pero no me arrepiento.”


Dentro de los perdedores sobresale Nicolás maduro de Venezuela, quien no pudo ocultar la crisis que atraviesa su país, ni los abusos denunciados por las esposas de Leopoldo López y del alcalde Ledezma. Aparte, sus aliados del Caribe le hicieron el feo acercándosele más a Obama.

Dentro de lo anecdótico y simpático de la cumbre sobresalen las diferencias de forma y estilo entre los líderes. Por ejemplo, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, miró hacia el futuro, desligándose del pasado y subrayando que la Guerra Fría ya había terminado. Según Obama, desde que llegó a la Casa Blanca en 2009 ha buscado tener socios en igualdad de circunstancias en América Latina. Claro, sus palabras obedecían más a un discurso diplomático y político que a uno de fondo.

Raúl Castro leyó su discurso, empezando en 1816 y hablando por 42 minutos, rebasando por mucho los ocho minutos del tiempo asignado a cada mandatario. Claro, él dijo que le habían pedido que no hablara más de ocho minutos pero que como había faltado a las seis reuniones anteriores por lo tanto podía hablar 6 × 8 = 48 minutos. En su discurso aprovechó para culpar del desastre económico de Cuba al bloqueo de Estados Unidos, lo cual es cierto en parte, pero la gran causa de los problemas económicos de escasez y del “No Hay” cubano se debió principalmente al error garrafal de política económica de haber terminado por decreto con los mercados y los empresarios privados a finales de la década de los 50.

Nicolás maduro fue más breve que Raúl Castro pero no por mucho. Su discurso duró 38 minutos, pero le ganó a Castro al empezar su discurso en 1815. Es interesante notar que los líderes que se autodenominan defensores del pueblo fueron los que más abusaron de la paciencia y tolerancia de sus colegas, rompiendo las reglas y procedimientos de la cumbre diseñados para trabajar de mejor manera y de forma más productiva.

El Presidente de Bolivia Evo Morales también leyó su discurso, pero lo interesante de su participación en la cumbre no fue su mensaje, sino su comportamiento prepotente con la prensa. Uno de sus guardaespaldas atacó con un taser a un camarógrafo, a lo cual Evo Morales dijo que el suceso había sido a su juicio consecuencia de la forma avasalladora como actúa la prensa.

Seguramente esta reunión será recordada por la participación de Cuba y el deshielo de las relaciones con Estados Unidos. Sin embargo, en concreto, la séptima cumbre en Panamá pasará a la historia como otra reunión más para intercambiar sonrisas, darse la mano, y sacarse algunas selfies. La reunión me hace recordar una frase que decía uno de mis maestros en la Facultad de Economía allá en los años 60s de la Universidad Nacional Autónoma de México: “América latina es un subcontinente que vive en los suburbios de occidente, navegando la historia sin puertos seguros con un retraso en la reflexión y el pensamiento de toda una generación.” La Cumbre de las Américas fue una reunión protocolaria para confirmar lo antes decidido y acordado, así como para reafirmar los intereses estadounidenses en la región.