miércoles, febrero 06, 2019

¿En que se parece la Administración de la Abundancia al Gobierno de la Cuarta Transformación?

Este inicio de gobierno me hace recordar el arranque de la administración de José López Portillo en 1976, ambos presidentes electos empiezan sus mandatos ante mexicanos llenos de esperanza, deseando mejorar su bienestar y reducir las desigualdades.

Con López Portillo, todo estaba centrado alrededor de un solo ladrillo, un solo bien, el petróleo, cuyo precio en aquellos momentos andaba por arriba de los $30 dólares por barril en un mercado de vendedores. López Portillo –y buena parte de su equipo– en un gesto de prepotencia, invirtieron y continuaron invirtiendo, endeudando al país, apostando a que el precio del petróleo continuaría subiendo y el mercado seguiría siendo de vendedores. Pero, cuando el mercado empezó a cambiar, pasando de vendedores a compradores, cuando los países europeos, Estados Unidos y Japón disminuyeron su demanda por perspectivas económicas más débiles y por la implementación de medidas de ahorro, los países de la OPEP reaccionaron disminuyendo su precio de exportación en más del 10%. Pero, México, siguiendo una lógica infantil y prepotente de creer que podía controlar el mercado internacional, se negó a reducir el precio, y no sólo eso, sino también se resistió a bajar su inversión en los megaproyectos en marcha financiados con deuda externa en dólares.

En 1981, después de la drástica caída de los precios del petróleo y de que los compradores del petróleo mexicano dejaron de comprar, empieza el debacle económico de México poniendo fin al sueño de López Portillo de administrar la abundancia. En un marco de gran endeudamiento externo, altas tasas de interés, elevada inflación, peso sobrevaluado, fuertes déficit fiscal y comercial, actividad agropecuaria estancada, y un sector industrial débil con bajas exportaciones, se produce una fuga masiva de capital. En lugar de actuar en consecuencia y prudencia fiscal, López Portillo acusa a los especuladores de debilitar la moneda, prometiendo que “defendería el peso como perro”. En 1982, después de una larga cadena de errores López Portillo introduce al control de cambios y nacionaliza la banca, acción motivada – según López Portillo– por la devaluación del peso y la antipatriótica postura de los banqueros y empresarios mexicanos, quienes sacaron sus capitales al extranjero dejando al país en quiebra. El 1 de septiembre de 1982, López Portillo pronunció una de sus célebres frases ante el Congreso Federal diciendo, con lágrimas en los ojos, “ya nos saquearon no nos volverán a saquear”.

El Estado mexicano se declara en bancarrota: siguiendo el viejo dicho mexicano de “debo, no niego, pago, no tengo.” Pero no sólo eso, México solicita más préstamos para seguir cubriendo el servicio de la deuda, sumiendo a la economía aun mas en la crisis de ingresos, el gobierno finalmente tiene que devaluar el peso. El país pasó mas de una década en salir de la terrible crisis económica que le dejó al país la frívola administración de López Portillo.

¿Por qué menciono todo esto? Porque estoy viendo algo parecido con lo que está sucediendo con la Gobierno de la Cuarta Transformación que acaba de empezar, en donde la razón económica está siendo rebasada por la semántica populista, por las promesas de campaña al pueblo. Con López Obrador, todo está centrado alrededor de una sola variable, sus buenas intenciones. De tal manera, su gobierno no solamente no respeta la naturaleza del dinero, ni la condición de los empresarios que invierten en el país, pensando que sus buenas intenciones, la acción moral, y el predicar con el ejemplo es lo que deben de creer los mercados, en lugar de acciones reales y concretas. AMLO se molesta por la desconfianza de los inversionistas nacionales y extranjeros ante su perdón a los delincuentes, su inacción contra los bloqueos a las vías de comunicación, su nombramiento de equipos empresariales inexpertos, ni preparados para dirigir a Pemex y a la CFE. En otras palabras, Andrés Manuel López Obrador quiere que los inversionistas nacionales y extranjeros, los organismos internacionales, y las calificadoras de riesgo, crean en él porque es virtuoso y tiene nobles propósitos, mientras que en la práctica permite a grupos de aliados violentar la ley, afectar los derechos, negocios, y propiedad privada de terceras personas en un claro y vil chantaje... El mantra de la cuarta transformación parece ser: "Crean en lo que quiero, no en lo que hago."

Llevamos poco más de dos meses del Gobierno de la 4T y lo que estamos viendo es que:

  1. El Producto Interno Bruto (PIB) no va a crecer al 4%, tal y como AMLO prometió, sino que difícilmente alcanzará el 1% en el 2019, y, como van las cosas, difícilmente crecerá por arriba del 2% del 2020 hasta el 2024;
  2. las mismas expectativas que generó en el arranque el Gobierno de la Abundancia de López Portillo, parecen ser las que está generando la Administración de la 4T, la gente sufre de disonancia cognitiva: prefiere creer en promesas, que aceptar la triste realidad;
  3. ambos presidentes iniciaron sus mandatos con un alto grado de popularidad, AMLO empezó con un 77% de aceptación y el 6 de febrero de 2019 contó con el 86% de aprobación;
  4. ambas administraciones desconocen o ignoran las realidades de los mercados y la conducta de sus agentes económicos, y
  5. parecen seguir el mismo camino de: Luna de Miel – Crisis Económica – Casería de Brujas –Desencanto Social.

En fin, esto es tan solo una pequeña nota para tu consideración querido lector, esperando sinceramente estar equivocado y que el 86% de los mexicanos tengan razón en confiar en López Obrador. Nadie quiere otra crisis al término de ésta administración como la sucedida al fin del sexenio de López Portillo.