domingo, junio 07, 2015

Las redes sociales y la obstinación de los viejitos

Algunas semanas atrás inicié un grupo en WhatsApp con mis excompañeros de primaria y secundaria (1951-1959) del Colegio Williams en la Ciudad de México. En respuesta a mi invitación a participar catorce entraron al grupo. Mi experiencia hasta ahora en las redes sociales ha sido variada e interesante y me gustaría compartir con ustedes lo que he observado y aprendido.

De los quince que empezamos, dos compañeros se salieron porque se hartaron o molestaron por algo que se dijo. Al principio, los textos iban y venían de manera ágil, fluida y simpática, claro solamente el 5 o 10% eran textos relevantes, el resto eran los mismos diálogos tradicionales entre nosotros de bromas e insultos fraternales. Luego, pasada la novedad, hubo días sin conversación alguna. Eso es normal, la mayoría de los compañeros se aburren de textear a dos dedos en su celular, todavía no descubren la función de dictar en su celular. También refleja las diferentes preparaciones e intereses de los miembros del grupo. Pero eso no es lo importante. Lo relevante es que se mantiene el interés del grupo por pertenecer y continuar.

Un amigo me decía que las redes sociales habían sido para él una revelación y estoy totalmente de acuerdo. Muchos las evitan porque temen por su seguridad y perder privacidad. Algunos las desdeñan por considerarlas infantiles y una pérdida de tiempo. Lo que les puedo decir a los que piensan de esa manera es que estoy convencido de que apenas empiecen a participar de manera regular y hacer el esfuerzo de aprender cómo participar de manera eficiente, van a descubrir la satisfacción intelectual y personal de las redes sociales. Aparte, si se manejan de manera sensata, juiciosa y con sentido común, nunca van a tener problema alguno, lo que les va a permitir disfrutar muchos de sus beneficios.

Años atrás me metí a Twitter para discutir mis temas de interés y promocionar mis artículos y libros. No solamente logré eso sino que empecé a conocer las ideas, propuestas y opiniones de otras personas muy interesantes. Participé en álgidas discusiones, recibiendo y enviando críticas y sugerencias. Redescubrí al actor, comediante e intelectual Héctor Suárez que hacía años no veían en la televisión por estar bloqueado por las cadenas televisivas de nuestro país. Descubrí a un simpático, trabajador y mal hablado grupo de jóvenes que dan las noticias por Youtube con un estilo muy divertido, pero bien informado y muy centrado, El Pulso de la República.

Confieso que me gusta más el dinamismo, fecundidad e intimidad de Facebook en donde pertenezco a varios grupos, uno familiar, otros de mis intereses, uno con Los Cuatreros –mis compañeros de la Prepa 4– y otro con Los Willis –mis compañeros de primaria y secundaria del Colegio Williams. Aprovecho Face para colocar mis temas de interés, subir fotos, informar sobre eventos familiares, iniciar discusiones y mantenerme informado sobre el estado de familiares y amigos.

Lo más memorable de mi experiencia en las redes sociales resulta ser aquellas personas que he conocido o vuelto a tratar después de varios años, lo que me ha permitido mantener y enriquecer nuestra comunicación. Con las dificultades que hoy en día tenemos para transportarnos, muchas familias ya no tenemos la oportunidad de visitar y comer los domingos en la casa de los padres o abuelos. Las redes sociales nos ofrecen la opción de no perder el contacto con nuestros familiares, nos permiten establecer y mantener contacto con gente extraordinaria, personas que escriben, opinan, difieren y coinciden en diferentes asuntos, a la vez que publican algo y lo discuten con ingenio, conocimiento, serenidad o vehemencia.

Claro, no faltan los conflictos. Algunos nos molestamos por alguna diferencia o por percibir algún supuesto agravio o por celos profesionales, pero resultan raros los casos de mezquindad, ruindad o de mala fe. Claro, como en todo, siempre hay las excepciones de los provocadores o cobardes que se esconden detrás de la computadora, de los celosos de ego frágil, o de las personas de humor de plomo que hieren "sin querer queriendo".

Como es natural, poco a poco se van depurando los grupos, cayendo por su propio peso las personas negativas. Con todos trato de llevarme bien, pues me gusta el debate y la esgrima intelectual, si bien me irrita a veces la ausencia de respuestas, los ataques personales, la terquedad por ignorancia, o que se insista en ganar una discusión con mentiras y medias verdades. Pero eso, eso es lo de menos. Desde que incursioné en las redes sociales he encontrado más satisfacciones que sinsabores. He enriquecido mi red de amistades, fortalecido mis relaciones y ampliado mis intereses.

Sé que es difícil enseñarle nuevos trucos a un perro viejo, pero mis queridos lectores les aseguro que el esfuerzo de aprender, la tolerancia para escuchar y el tiempo invertido en participar, poco a poco les va a ir generando satisfacciones y beneficios de todo tipo.

Cuando iniciamos el grupo de compañeros del Williams me dijo un amigo que había que introducir reglas de comportamiento para que nuestro círculo en WhatsApp no perdiera su rumbo y fuera exitoso. Yo le contesté que era preferible esperar a ver cómo se desarrollaba el grupo, aparte de que temía que introducir reglas no iba a ser muy popular con Los Willis. Después de varias semanas de interacción, me da gusto informarles que el grupo se mantiene con vida y poco a poco va creciendo con nuevos participantes.

Estimados lectores, les mando un fuerte abrazo y, si quieren participar en las redes sociales, pídanle a sus nietos que les enseñen.

Nos vemos muy pronto en alguno de los foros sociales, ya sea en Face, Twitter, o WhatsApp...