miércoles, agosto 27, 2014

Los BRICS: Edificio Solido o Casa de Papel

El político francés y miembro de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial Georges Bidault decía “Los débiles tienen un arma: los errores de los que se creen fuertes.” La alianza político-económica de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, denominada BRICS por las iniciales de cada país miembro, se considera una posible alternativa a los poderosos organismos internacionales controlados por Estados Unidos y sus principales aliados.

En una de las reuniones del G-20 se recomendó cambiar la dirección y administración de los organismos internacionales, tales como (1) permitir igualdad de voto independientemente de las aportaciones de los países miembros a esas instituciones y (2) nombrar a los directores de dichas instituciones con base en los méritos de los candidatos, más que de acuerdo a las nacionalidades, las que generalmente corresponden al de las principales naciones contribuidoras. Sin embargo, en la práctica Estados Unidos ha renegado de su compromiso y se ha opuesto a que se lleven a cabo dichos acuerdos, evitando una mayor democratización del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Estos abusos le abrieron la puerta a los BRICS para proponer nuevos enfoques de colaboración e instituciones alternativas a esos organismos internacionales.

Probablemente todos nos planteamos varias preguntas acerca de este grupo de países tan diferentes e iguales a la vez. Por ejemplo, ¿Cuál fue el propósito de crear la alianza de los BRICS? ¿Qué tan importante son los BRICS en el contexto internacional? ¿Tiene o no futuro éste grupo? ¿Debería México buscar una membresía en los BRICS?

La creación del grupo BRICS se debió en buena medida a la necesidad de Rusia y China de reafirmar su liderazgo en el contexto internacional, liderazgo que requería el apoyo y la unión de otros países. Esta alianza se constituyó a principios del siglo XXI para servir de contrapeso a la influencia de Estados Unidos y sus principales aliados, el denominado Eje Occidental de Washington, Nueva York, Londres y Bruselas. La unión de los BRICS fue para crear una alternativa al statu quo, otra opción al llamado “Consenso de Washington". La alianza surgió como un grupo de presión que en su momento se consideró un sueño guajiro con pocas probabilidades de éxito por las rivalidades y diferencias entre sus miembros, pero que sin embargo se ha venido fortaleciendo al punto de que en la última reunión anual en Fortaleza, Brasil del 15 al 16 de julio 2014 se propuso crear dos organismos para fomentar el desarrollo económico y asegurar la estabilidad financiera internacional.

Nadie duda de la importancia que tienen los BRICS en el contexto mundial, contribuyendo con más del 20% del producto interno bruto global y con más del 40% de la población mundial. También se acepta que se requiere más inversión en los países subdesarrollados, reconociendo que las instituciones financieras internacionales no se dan abasto, contribuyendo con menos del 4% de las necesidades de capital. China dispone de las mayores reservas internacionales, más de 3 billones de dólares, las cuales pueden ser más útiles y rentables prestando para el desarrollo y la estabilidad financiera que invirtiendo en los Certificados de Tesorería de los Estados Unidos. De tal manera, existe el espacio internacional para lograr la consolidación y el buen funcionamiento del grupo BRICS.

No obstante, hay que reconocer las profundas diferencias entre los países miembros. Probablemente la “C” cuenta más que las otras letras del grupo. China es la segunda economía más grande del mundo mientras que la de Sudáfrica es mucho más pequeña, siendo la 33ª de 123 países en el mundo. Brasil, India y Sudáfrica son básicamente países democráticos, mientras que China y Rusia son autocráticos. Las diferencias políticas se han manifestado en posiciones diferentes en relación a Siria, Ucrania y Gaza. Tales contrastes también se han exhibido en los esfuerzos para democratizar a las instituciones internacionales. Mientras que Brasil, india y Sudáfrica presionan para una mayor apertura en la gobernabilidad y toma de decisiones en dichas instituciones, China y Rusia abogan por el statu quo que tanto les favoreció durante las últimas décadas.

Hasta el momento los logros de los BRICS han sido mínimos. Sus reuniones anuales han sido más políticas que económicas, sirviendo más para criticar los enfoques convencionales de los organismos internacionales y las políticas del llamado Consenso de Washington, que para proponer nuevas y mejor fundamentadas alternativas. Ha habido algunas propuestas interesantes que no han progresado, tal y como la de crear una agencia calificadora de riesgo como alternativa a las existentes de Standard & Poor's, Moody's y Fitch de origen estadounidense que tanto daño le han causado a los países emergentes.

Sin embargo, si se lleva a cabo la propuesta de crear el Banco BRICS de Desarrollo y un Organismo de Contingencias de Reservas —cada uno con un capital esperado de 100 mil millones de dólares— se aumentarán los niveles de inversión en infraestructura, educación y otros proyectos de desarrollo en los propios BRICS y otros países emergentes. Estas instituciones servirán de contrapeso al Banco Mundial y el FMI, estimulando cambios democráticos en la gobernabilidad y una mayor eficacia en la operación de estos organismos.

El futuro para esta alianza es incierto. Bajo el modelo actual, las perspectivas de crecimiento y consolidación del grupo BRICS no son alentadoras. El modelo requiere ampliar su base y ser más incluyente de otros países con economías medias, tales como Egipto y Argentina. Claro, existe el peligro de que las rivalidades políticas e intereses opuestos entre los miembros del BRICS terminen con la alianza. Pero si consideramos la historia de los organismos internacionales actuales que han sobrevivido las rivalidades y agendas opuestas entre Estados Unidos y sus aliados franceses y alemanes, el grupo BRICS tiene buenas posibilidades de sobrevivencia. Aparte, su constitución y funcionamiento van a servir para presionar a que se democraticen los organismos internacionales, actualizándose en línea con un mundo crecientemente multipolar.

En cuanto a si México debería buscar su membresía en el grupo de los BRICS, la respuesta es probablemente no. Queramos o no, México es parte de la economía norteamericana (Canadá, Estados Unidos y México).El desempeño económico de los tres países ya no es de suma cero, donde unos ganan y otros pierden. Ahora o nos va bien a los tres, o les va mal a todos. México tiene que cambiar en la misma dirección de sus principales socios comerciales. Nuestras tres economías han crecido de manera complementaria y requerimos fortalecer dichos vínculos.

El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional se crearon al término de la Segunda Guerra Mundial en un mundo muy diferente al actual. Es normal que dichas instituciones, a pesar de sus varias adecuaciones, requieran una gran reforma para poder responder mejor a los desafíos y necesidades del mundo multipolar actual.

Tal y como la creación de los bancos de desarrollo regionales como el Interamericano, el Asiático y el Europeo ayudaron a aumentar el financiamiento al desarrollo complementando los recursos del Banco Mundial, los organismos financieros propuestos por los BRICS no solamente contribuirán a elevar los fondos de inversión en los países emergentes, sino también estimularán las reformas que harán que estos viejos organismos sean más democráticos y efectivos.

Si bien la rivalidad política y económica en el contexto internacional continuará, el resultado de la competencia entre las naciones preponderantes y potenciales impactará de manera importante el desarrollo económico de los países emergentes.

Los BRICS están en proceso de mudarse de una casa de papel a un edificio cada vez más sólido.

lunes, agosto 18, 2014

Perspectivas Estructurales del Crecimiento en México

Aristóteles consideraba que el ser humano es un ser social por naturaleza y yo agregaría que una de sus principales manifestaciones es el quehacer político. Aun cuando muchos de nosotros no practiquemos la política, el ser político está escrito en nuestro código genético. De tal manera, las principales limitantes al crecimiento acelerado de México no se deben al mal ejercicio de la política en sí, sino a la baja calidad de quienes ejercen la política. México muy bien podría crecer a tasas superiores al 7%, pero no puede hacerlo por dos problemas fundamentales: las estructuras mentales de los mexicanos y un marco legal inadecuado.

Los seres humanos tenemos tres condicionantes: comer, reproducirnos, y sobrevivir. Para sobrevivir tenemos dos opciones pelear o huir. Comer y reproducirse son actividades que el ser humano puede diferir sin mayores consecuencias, claro al menos de que no sean periodos muy largos. Sin embargo, sobrevivir, evitar ser comido, es algo fundamental, solamente nos podemos equivocar una sola vez. Es por ello que nuestras mentes están programadas a darle prioridad a sobrevivir. Por extensión, los seres humanos le damos más importancia a las malas noticias que a las buenas. De tal manera, al escuchar sobre una crisis o una amenaza, tenemos la opción de enfrentarnos a ellas o huir.

Los expertos nos dicen que el ser humano tiene en promedio 60,000 pensamientos al día, claro no todos ellos originales, la mayoría son repeticiones de lo mismo. El punto relevante es que más de la mitad de estos pensamientos son negativos y las personas más negativas son generalmente las más conservadoras, aquellas que ven una amenaza en cada cambio, las que ven conspiraciones en cada propuesta. En promedio, los habitantes de los países desarrollados tienen más pensamientos positivos que los pobladores de los países subdesarrollados. Las poblaciones de los países avanzados generalmente son más amenas a aceptar el cambio, que los pobladores de las naciones subdesarrolladas.

Los tiempos de planeación son más cortos para aquellos que sospechan de todo y se sienten amenazados por el cambio, mientras que los tiempos de planeación para aquellos con pensamientos más positivos son más largos porque creen que los riesgos y peligros están bajo control. Un Estado con una mayoría de población con pensamientos negativos es un Estado que reacciona a las crisis y no un Estado que planea como evitarlas.

Los economistas en la década de los sesentas y setentas hablaban de que problema del subdesarrollo se debía en gran parte a las estructuras mentales. En otras palabras al sistema de creencias, valores morales, éticos y culturales de los pobladores de una nación. Hoy en día se habla de “disonancias cognitivas”, que es lo mismo pero que suena más sexy. El concepto se refiere a que es difícil cambiar las creencias de un pueblo subdesarrollado, por estar estas fincadas en una educación de baja calidad. Cuando las creencias son descalificadas por la realidad la primera reacción es cambiar de actitud ante esa realidad, descalificando a la propia realidad y a aquellos que aceptan dicha realidad.

Las disonancias cognitivas impiden al individuo ajustar sus creencias ante una realidad cambiante, llevándolo a afirmar sus creencias anteriores sospechando de aquellos que proponen ajustes para estar en línea con los hechos reales. Cualquier propuesta de cambio en las estructuras institucionales o legales que modifica los valores y principios aceptados en el pasado, se ven con sospecha. Los políticos conservadores, aquellos con predominancia de pensamientos negativos, en lugar de evaluar los méritos de las propuestas, prefieren acusar a los proponentes del cambio de intereses ocultos. El problema es que mientras no cambien las creencias, difícilmente se pueden promover buenas políticas públicas que mejoren las perspectivas de un crecimiento acelerado.

A partir de la revolución mexicana, se nos ha hecho pensar que son los intereses de los extranjeros y poderosos los que nos mantienen en la pobreza, que aquel que cuestionan al gobierno está criticando los valores patrios. Más de la mitad de los mexicanos creen en el populismo, es por ello que siguen ganando los políticos demagogos e ignorantes, aquellos que gritan “ahí viene el lobo” cada vez que se propone un cambio, por positivo que este sea. De qué otra manera podemos explicarnos el hecho de que el candidato a la alcaldía municipal de San Blas en Nayarit manifestó, haciendo gala de franqueza, que había robado, pero poquito, y a pesar de que los votantes ya sabían que el candidato era ladrón, aun así votaron por él, ganando las elecciones.

Nuestros políticos nos han infundado el temor al cambio porque se nos han hecho pensar que somos víctimas a la espera de un depredador. Se nos ha hecho pensar que la revolución mexicana es México, que la revolución es sinónimo de nuestra patria. De tal manera, Pemex como representa a la revolución mexicana y como la revolución mexicana es México, se le ha impedido aumentar su eficiencia porque eso significaría cambiar, lo que conllevaría el riesgo de acabar con la revolución mexicana. Asimismo, los sindicatos representan a los obreros y los obreros son México. Tradicionalmente le importa más a los gobernantes un sindicato de maestros contento que una población estudiantil bien educada.

Si lo que en realidad se busca es mejorar el bienestar de los mexicanos, el sector energético se debe abrir a la competencia y participación privada. Las empresas privadas en el sector de hidrocarburos en el mundo le pagan en promedio a los gobiernos el 72% de la de la renta petrolera y con el 28% restantes estas empresas tienen más que suficiente para convertirse en grandes empresas con tecnologías de punta. Aquí en México Pemex le venía pagando al gobierno 65% y con el 35% restante estaba técnicamente en bancarrota y con tecnologías obsoletas.

En cuanto al marco legal, las leyes en México se hicieron bajo un régimen autocrático. Desde la revolución mexicana hasta 1995 lo único que valía era la palabra del señor Presidente. Durante este periodo las leyes se formularon para que sonaran bonito, no para que se cumplieran. Las leyes se hicieron pensando que jamás se iban a aplicar. Y como no había evaluación de los resultados por la aplicación de las leyes, estas nunca se adecuaron a la realidad. Las leyes no siguieron un proceso de actualización, de compatibilización ante una realidad cambiante. El conjunto de leyes con las que empezamos el siglo XXI sirve de poco y se ha convertido en un obstáculo al desarrollo.

La apertura democrática que hemos vivido a partir de 1995 depende de la aplicación de las leyes y de un poder legislativo independiente. Así por ejemplo, el poder legislativo le negó un viaje al extranjero a Ernesto Zedillo, lo cual nunca antes se había visto durante los gobiernos priístas. La Suprema Corte de Justicia le dijo no a Vicente Fox a la expropiación de los terrenos de Texcoco. A Manuel López obrador también la Suprema Corte de Justicia le negó la expropiación de los terrenos para construir un camino, claro cuando López obrador se negó a obedecer, la Corte lo desaforó.

Hoy en día, nuestro marco legal se utiliza para impedir las buenas medidas de política económica. En telecomunicaciones si algo no le gusta a las cableras de Televisa, se amparan. Si algo no le gusta a Telmex o a Telcel, se amparan. Cuando el organismo regulador dice que debe haber competencia, los agentes preponderantes usan la ley para evitarla. De tal manera, amparo, amparo, amparo…

Heredamos un sistema legal e institucional confuso hecho para validar a un sistema autocrático, sistema que ya sido rebasado por la realidad. Tenemos un marco legal diseñado para repartir la riqueza, no para crearla; un sistema para perpetuar una dictadura de partido no para abrir el campo de juego al ejercicio democrático. Eso explica por qué se impiden las candidaturas independientes y la remoción de los representantes plurinominales.

Las buenas intenciones y propuestas se empantanan al amparo de las leyes e instituciones existentes, y es difícil cambiar a las leyes por estar sustentadas en creencias y sospechas de que el lobo está al acecho. Contra las creencias no hay evidencia que pueda convencer, sobre todo si la mayoría de las personas y políticos son conservadores con predominancia de pensamientos negativos.

Vale la pena recordar la frase de ese gran economista inglés John Maynard Keynes que decía que “…lo que detiene el desarrollo económico no son los intereses, sino las ideas de los economistas muertos”.

El sabio no dice nunca todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice.