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miércoles, septiembre 14, 2016

El mes de la patria o el mes de las traiciones: Paquete Económico 2016... más de menos y menos que más

Cómo calificar a septiembre: el mes de la patria, de la independencia, de los niños héroes o el mes de la traición? Usted me dirá querido lector.

Quien quiera revisar mis escritos en este medio se podrá percatar de que al principio pensé que la administración de Enrique Peña Nieto iba por buen camino, no solamente porque Peña Nieto era, a mi juicio, el menos malo de los candidatos de ese entonces a la presidencia, sino porque en su primer año pudo llevar a cabo, dentro del pacto por México, las reformas estructurales que el país pedía a gritos. Sin embargo, a partir del segundo año, las decisiones políticas y de política económica empezaron a ser malas o a quedarse cortas, dando muestras de que los elementos más nefastos de nuestra historia continuaban: corrupción, impunidad e ineptitud. Poco a poco, de manera inexorable, las decisiones de política económica dejaron de ser menos para mejorar el bienestar general, y de ser más para favorecer los intereses a los cercanos al poder.

Las decisiones y acontecimientos durante Septiembre, nuestro mes patrio, más que hacernos enojar, nos han puesto tristes porque ejemplificaron la frivolidad y falta de patriotismo de la administración actual. La invitación de venir a México de su archienemigo, Donald Trump, se puede calificar –de manera optimista– como error de visión política, lo que en realidad pensadores y analistas califican como una gran traición. Ese acontecimiento le ha dado el tinte al mes de la patria, lo que tradicionalmente se podría considerar como el día del Presidente, ahora se considera –con justa razón– como el día de la traición a México.

Lo dicho por el Presidente Peña Nieto –en el marco de la inauguración de un ecoparque en la ciudad de Zacatecas– de que “Llegará el momento en que se entienda el porqué de mis decisiones…”, me hizo pensar en lo que Albert Einstein dijo una vez: “Si no puedes explicar algo de forma sencilla, es que ni tú mismo lo has entendido lo suficiente.”

Lo triste del caso es que la traición no terminó ahí, sino que continuó con (1) la presentación de su cuarto informe de gobierno, no como una rendición de cuentas ante la nación, sino como único participante en un concurso de popularidad ante un grupo de jóvenes lambiscones; (2) el nombramiento de su cuate y operador político, Luis Enrique Miranda, de Secretario de Sedesol con la supuesta misión de “reducir la pobreza,” cargo para el cual no tiene preparación o experiencia alguna, lo nombró para usar los recursos de Sedesol con fines políticos, no para ayudar a los pobres… el tocayo de EPN seguirá siendo su operador político, pero ahora lo hará desde la Sedesol, y (3) la revelación de un paquete económico, diseñado para hacer política más que economía.

El paquete económico presenta un fuerte recorte al gasto de capital mientras que mantiene básicamente constante el gasto corriente. El 92 por ciento de la reducción del gasto de capital corresponde a la inversión física, la cual tradicionalmente detona empleos, ingresos y crecimiento económico. Aun cuando el gasto corriente disminuye algo menos que el 4 por ciento, los servicios personales de los burócratas aumentan 0.3 por ciento.

Los cálculos del gobierno se hacen con base en dos supuestos contradictorios, por un lado suponen un crecimiento económico para el país de 2.5 por ciento en el 2017, pero de manera mágica estiman que los ingresos tributarios aumentarán casi cuatro veces la tasa de crecimiento, 9.7 por ciento, lo cual es contradictorio e irreal

En efecto, sólo puede haber aumentos en los ingresos impositivos cuando aumenta la eficacia en la recaudación y/o cuando aumenta el crecimiento económico. Empero, si algo nos puede decir la historia es que nuestra eficiencia para cobrar impuestos en México es muy baja. Los aumentos en la recaudación fiscal tendrían que venir del aumento en el crecimiento económico, de lo contrario, tratar de cobrar más a los que actualmente más pagan, a los causantes cautivos, reducirá el crecimiento económico aún más. En pocas palabras, el gasto corriente se financiará no con ingresos corrientes, sino con más deuda pública...

Hay dos tipos de detonantes para el crecimiento económico, los positivos y los negativos.

Dentro de los conceptos positivos para el crecimiento están: 1) cobrar menos impuestos a la inversión y ahorro privado promueve más el crecimiento que utilizar esos recursos para hacer inversión pública… en otras palabras, la inversión en manos de los privados genera más crecimiento en los ingresos y empleos de la nación que la misma cantidad en manos del sector público (esto no es algo que yo esté diciendo, es algo probado por la historia y se sigue probando en el día a día del devenir económico); 2) un aumento en el gasto de capital es mejor que un incremento en el gasto corriente; 3) una reducción en los impuestos genera más crecimiento que un aumento… esto quiere decir que el gasto e inversión privado son mejores para la economía que el gasto e inversión del gobierno (esto no es una opinión ideológica, es simplemente una observación real… los empresarios y trabajadores privados generan más riqueza que los burócratas).

Hoy en día solamente los políticos populistas y supuestamente de izquierda promueven las fórmulas contrarias al mejoramiento del bienestar de las grandes mayorías…

La primera lección que aprende un economista es que la escasez domina todo, porque no hay suficiente de todo para satisfacer las necesidades de todos. Sin embargo, la primera lección que aprende un político es olvidarse de la primera lección de los economistas…

¿Qué piensas querido lector: ha sido septiembre el mes de la patria, de los niños héroes, de la independencia o el mes de las traiciones…?

jueves, septiembre 08, 2016

Sale Videgaray, el cerebro político de la administración de Enrique Peña Nieto

Algunos días atrás le prometía a un grupo de amigos que no iba a escribir una nota al día, sino solamente cuando hubiera noticias importantes, la renuncia de Luis Videgaray Caso constituye una de estas, aparte de estar estrechamente ligada a las notas anteriores: “el costoso error de la visita de Trump” y “el pobre informe de gobierno bajo el bobo esquema de jóvenes lambiscones.”

¡Caray, que día tuvimos ayer 7 de septiembre de 2016!

Bueno, basta ya de preliminares y entremos a la pregunta motivo de esta nota:

¿Cuáles son las implicaciones de la salida del principal colaborador del Presidente?

Empecemos diciendo que la presidencia de EPN ha sido por demás una de las más extrañas de los últimos siete gobiernos. En esta administración los que han enfrentado las críticas y errores de política y de política pública no han sido los colaboradores y miembros del gabinete, sino el propio Presidente, distrayéndolo en sus funciones de dirección del país… lo que algunos mal pensados podrían juzgar como algo positivo. Sin embargo, parece ser que todo esto ha terminado con la salida de uno de sus secretarios más cercanos, el que más ha influido en este sexenio, quien fuera su encargado de finanzas en el gobierno del Estado de México, director de su campaña presidencial, arquitecto de las reformas estructurales en el pacto por México, su Secretario de Hacienda, el supér hombre considerado la sombra detrás del trono, el cerebro detrás de las principales decisiones de este gobierno, y quien orquestó la torpe visita de Trump a México.

Varios analistas pensamos que los dos hombres fuertes de Enrique Peña Nieto, Videgaray y Osorio Chong, iban a quedarse hasta el final de su sexenio, y si alguno de los dos tuviera que irse sería el Secretario de Gobernación, pero fue Videgaray el que se fue, y no por un error previsible en el ejercicio de su cartera, sino por ser el más propositivo y arriesgado de los asesores del Presidente. Los otros miembros de su gabinete han preferido trabajar en la sombra, detrás de bambalinas, haciendo lo mínimo o casi nada para evitar las críticas. No quieren sacar la cabeza y arriesgar a que se las corten o pasar a la historia como proponentes de algo fallido, sino pretenden terminar el sexenio sin que los corran. Haciendo una analogía con el ‘bax’, los miembros de su gabinete prefieren correr y rehuir el combate, terminando de pie, antes que atacar y arriesgar a que los noqueen, porque entraron al cuadrilátero no a ganar, sino a perder de la mejor manera... o de la manera menos peor.

Con una visión retrospectiva de 20/20, la invitación a los candidatos a la presidencia de Estados Unidos de venir a México, y la aceptación de que viniera Trump, pasarán a la historia como uno de los errores más costosos de este gobierno y, probablemente de muchos gobiernos; va a ser el clásico ejemplo de lo que nunca se debería de hacer, uno de los ‘nonos’ de política internacional.

La propuesta de Videgaray, aceptada por el Presidente y sus colaboradores, fue una apuesta que perdió; seguramente, deslumbrado por los beneficios, no pudo apreciar los costos y riesgos; vio la iniciativa como una manera para posicionar en el escenario mundial a Peña Nieto como líder de la política internacional y de paso hacerlo más popular en el país, pero los beneficios esperados fueron tan sólo un espejismo… Caray, ahora, después del hecho, cuesta trabajo pensar que alguien en el uso pleno de sus cabales se le pueda ocurrir que seria bueno enfrentar a Peña Nieto con Trump, conociendo el perfil de ambos. Seguramente varios de los miembros del gabinete pudieron apreciar los riesgos, pero prefirieron callarse, dejando que Videgaray y el Presidente asumieran todos los riesgos.

Luis Videgaray salió del gabinete porque había perdido credibilidad como timonel de la administración, mostrándole, de tal manera, algo de lealtad a Peña Nieto, ya que su presencia le estaba pegando. Videgaray asumió las consecuencias de la fallida visita de Trump, quien continua mostrando su habilidad política callejera declarando de que la salida de Videgaray es confirmación de lo bien que le fue en su visita a México… “that’s how well we did!”

Y, ¿qué hay con respecto al resto de los cambios en el gabinete?

Ahora el Secretario de Hacienda será José Antonio Meade Kuribreña, quien había sido Secretario de Hacienda en el gobierno de Felipe Calderón y fungía como Secretario de la Secretaría de Desarrollo Social; un funcionario que no es asociado a ningún partido y con buenas relaciones con todos. Meade llega a recortar el gasto público y a poner orden en las finanzas del Estado, cuya deuda pública había crecido preocupantemente, sobre todo porque no había sido acompañado por un aumento paralelo en la inversión pública. Su desafío va a ser el saneamiento de las finanzas, más que perder el tiempo en hacer política, actividad a la cual le dedicaba más tiempo su antecesor Luis Videgaray.

El gran cuate de Peña Nieto, quien fungía como subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, considerado el operador político del Presidente, entra ahora como Secretario de Sedesol con la misión de “reducir la pobreza.” Este nombramiento parece extraño pues no hay ninguna indicación en el perfil de este hombre que lo haga adecuado para tal cartera, pero cuando se considera que Sedesol es más bien un instrumento político, entonces su nombramiento resulta explicable: El otorgamiento de los recursos de Sedesol se hará de acuerdo con las necesidades de política, no por las necesidades de quienes menos tienen. El tocayo del señor Presidente seguirá siendo su operador político, pero ahora lo hará desde la Sedesol.

Lo dicho por el Presidente Peña Nieto –en el marco de la inauguración de un ecoparque en la ciudad de Zacatecas– de que “Llegará el momento en que se entienda el porqué de mis decisiones…”, me hizo pensar en lo que Albert Einstein dijo una vez: “Si no puedes explicar algo de forma sencilla, es que ni tú mismo lo has entendido lo suficiente.”

Peña Nieto causa pena ajena… no llegó a la presidencia por capacidad o liderazgo sino gracias a una democracia manipulada y sesgada por los medios… me decía Rosamar, una de mis estudiantes y ahora amiga economista, “cuando el poder es heredado, impuesto o determinado, más temprano que tarde, termina por llegar un príncipe idiota a detentarlo.”

viernes, septiembre 02, 2016

Informe Presidencial o concurso de popularidad: ¿qué fue éste cuarto informe de gobierno?

Como muchos de ustedes ayer 1ro de septiembre de 2016 estuve escuchando el diálogo entre 300 jóvenes y el presidente Enrique Peña Nieto. Mi primera impresión de lo que vi fue de una especie de “reality show”, en donde la figura central se rodea de varios amigos para que lo aplaudan y le rindan pleitesía. No se trató de una reunión con espíritu crítico, sino de un montaje acartonado con jóvenes seleccionados por su entreguismo al régimen y con preguntas preparadas. Una de las primeras preguntas fue ¿qué más buenas noticias tiene de mejoras en nuestro país?, pues gracias a usted tenemos prácticamente todo.” Ya con esa pregunta se le marcó el rumbo y perfil al resto de la reunión, haciéndome pensar que estaba viviendo en el país de las maravillas, no en el país de las tristes realidades.

En el pasado, el día del Informe Presidencial era el Día del Presidente, el Presidente iba al Congreso y pronunciaba un largo discurso frecuentemente interrumpido por aplausos. Eso cambió con la apertura democrática que permitió las críticas, y ante las amenazas de la oposición, los presidentes recientes prefirieron rendir su informe, no en el Congreso, sino ante un público amigo de funcionarios y políticos aliados e invitados especiales.

Ahora, se presentó un nuevo formato en dos vertientes; por un lado, el Secretario de Gobernación Osorio Chong fue al Congreso a entregar el informe impreso, y por el otro, el Presidente Enrique Peña Nieto se reunió en Palacio Nacional con varios jóvenes que se supone representaban a la juventud de México, pero que en realidad sólo representaban los intereses del gobierno.

Ayer no solamente no fue el día del señor Presidente ni el día de rendición de cuentas a la nación, sino siguió siendo un día bajo la sombra de la malograda visita de Donald Trump. El propósito de convertir el cuarto informe en el día de un popular presidente, fracasó al caer en el ridículo las intervenciones zalameras de esos jóvenes lambiscones. Lo de ayer no fue un informe, ni un debate, ni un mensaje a la nación, fue tan solo un concurso de popularidad organizado por presidencia en donde sólo hubo un único concursante… Enrique Peña Nieto.

Lo que se debe de hacer en los siguientes informes es presentar una verdadera rendición de cuentas en un formato cercano a un régimen parlamentario, en donde los representantes democráticos del país cuestionen abiertamente al presidente, su gobierno y partido sobre los logros y fracasos de su administración.

El Cuarto Informe de Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto quedó muy lejos de su pensamiento de que “Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho.” Como siempre la triste realidad nos situó en el otro extremo en donde “lo malo se siente y se siente mucho…”

En conclusión, dos días de fracasos de la administración de Enrique Peña Nieto.