jueves, septiembre 08, 2016

Sale Videgaray, el cerebro político de la administración de Enrique Peña Nieto

Algunos días atrás le prometía a un grupo de amigos que no iba a escribir una nota al día, sino solamente cuando hubiera noticias importantes, la renuncia de Luis Videgaray Caso constituye una de estas, aparte de estar estrechamente ligada a las notas anteriores: “el costoso error de la visita de Trump” y “el pobre informe de gobierno bajo el bobo esquema de jóvenes lambiscones.”

¡Caray, que día tuvimos ayer 7 de septiembre de 2016!

Bueno, basta ya de preliminares y entremos a la pregunta motivo de esta nota:

¿Cuáles son las implicaciones de la salida del principal colaborador del Presidente?

Empecemos diciendo que la presidencia de EPN ha sido por demás una de las más extrañas de los últimos siete gobiernos. En esta administración los que han enfrentado las críticas y errores de política y de política pública no han sido los colaboradores y miembros del gabinete, sino el propio Presidente, distrayéndolo en sus funciones de dirección del país… lo que algunos mal pensados podrían juzgar como algo positivo. Sin embargo, parece ser que todo esto ha terminado con la salida de uno de sus secretarios más cercanos, el que más ha influido en este sexenio, quien fuera su encargado de finanzas en el gobierno del Estado de México, director de su campaña presidencial, arquitecto de las reformas estructurales en el pacto por México, su Secretario de Hacienda, el supér hombre considerado la sombra detrás del trono, el cerebro detrás de las principales decisiones de este gobierno, y quien orquestó la torpe visita de Trump a México.

Varios analistas pensamos que los dos hombres fuertes de Enrique Peña Nieto, Videgaray y Osorio Chong, iban a quedarse hasta el final de su sexenio, y si alguno de los dos tuviera que irse sería el Secretario de Gobernación, pero fue Videgaray el que se fue, y no por un error previsible en el ejercicio de su cartera, sino por ser el más propositivo y arriesgado de los asesores del Presidente. Los otros miembros de su gabinete han preferido trabajar en la sombra, detrás de bambalinas, haciendo lo mínimo o casi nada para evitar las críticas. No quieren sacar la cabeza y arriesgar a que se las corten o pasar a la historia como proponentes de algo fallido, sino pretenden terminar el sexenio sin que los corran. Haciendo una analogía con el ‘bax’, los miembros de su gabinete prefieren correr y rehuir el combate, terminando de pie, antes que atacar y arriesgar a que los noqueen, porque entraron al cuadrilátero no a ganar, sino a perder de la mejor manera... o de la manera menos peor.

Con una visión retrospectiva de 20/20, la invitación a los candidatos a la presidencia de Estados Unidos de venir a México, y la aceptación de que viniera Trump, pasarán a la historia como uno de los errores más costosos de este gobierno y, probablemente de muchos gobiernos; va a ser el clásico ejemplo de lo que nunca se debería de hacer, uno de los ‘nonos’ de política internacional.

La propuesta de Videgaray, aceptada por el Presidente y sus colaboradores, fue una apuesta que perdió; seguramente, deslumbrado por los beneficios, no pudo apreciar los costos y riesgos; vio la iniciativa como una manera para posicionar en el escenario mundial a Peña Nieto como líder de la política internacional y de paso hacerlo más popular en el país, pero los beneficios esperados fueron tan sólo un espejismo… Caray, ahora, después del hecho, cuesta trabajo pensar que alguien en el uso pleno de sus cabales se le pueda ocurrir que seria bueno enfrentar a Peña Nieto con Trump, conociendo el perfil de ambos. Seguramente varios de los miembros del gabinete pudieron apreciar los riesgos, pero prefirieron callarse, dejando que Videgaray y el Presidente asumieran todos los riesgos.

Luis Videgaray salió del gabinete porque había perdido credibilidad como timonel de la administración, mostrándole, de tal manera, algo de lealtad a Peña Nieto, ya que su presencia le estaba pegando. Videgaray asumió las consecuencias de la fallida visita de Trump, quien continua mostrando su habilidad política callejera declarando de que la salida de Videgaray es confirmación de lo bien que le fue en su visita a México… “that’s how well we did!”

Y, ¿qué hay con respecto al resto de los cambios en el gabinete?

Ahora el Secretario de Hacienda será José Antonio Meade Kuribreña, quien había sido Secretario de Hacienda en el gobierno de Felipe Calderón y fungía como Secretario de la Secretaría de Desarrollo Social; un funcionario que no es asociado a ningún partido y con buenas relaciones con todos. Meade llega a recortar el gasto público y a poner orden en las finanzas del Estado, cuya deuda pública había crecido preocupantemente, sobre todo porque no había sido acompañado por un aumento paralelo en la inversión pública. Su desafío va a ser el saneamiento de las finanzas, más que perder el tiempo en hacer política, actividad a la cual le dedicaba más tiempo su antecesor Luis Videgaray.

El gran cuate de Peña Nieto, quien fungía como subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, considerado el operador político del Presidente, entra ahora como Secretario de Sedesol con la misión de “reducir la pobreza.” Este nombramiento parece extraño pues no hay ninguna indicación en el perfil de este hombre que lo haga adecuado para tal cartera, pero cuando se considera que Sedesol es más bien un instrumento político, entonces su nombramiento resulta explicable: El otorgamiento de los recursos de Sedesol se hará de acuerdo con las necesidades de política, no por las necesidades de quienes menos tienen. El tocayo del señor Presidente seguirá siendo su operador político, pero ahora lo hará desde la Sedesol.

Lo dicho por el Presidente Peña Nieto –en el marco de la inauguración de un ecoparque en la ciudad de Zacatecas– de que “Llegará el momento en que se entienda el porqué de mis decisiones…”, me hizo pensar en lo que Albert Einstein dijo una vez: “Si no puedes explicar algo de forma sencilla, es que ni tú mismo lo has entendido lo suficiente.”

Peña Nieto causa pena ajena… no llegó a la presidencia por capacidad o liderazgo sino gracias a una democracia manipulada y sesgada por los medios… me decía Rosamar, una de mis estudiantes y ahora amiga economista, “cuando el poder es heredado, impuesto o determinado, más temprano que tarde, termina por llegar un príncipe idiota a detentarlo.”

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