viernes, febrero 03, 2012

¿Es posible una Estrategia Nacional de Energía en México?

Luis Gutiérrez Poucel
Consultor Económico
México, D.F. a 25 de enero de 2012

El objetivo de una buena Estrategia Nacional de Energía es promover el desarrollo económico sustentable de un país mediante el uso eficiente de los instrumentos de política pública y los recursos energéticos disponibles. Esto es en última instancia el propósito de cualquier estrategia de desarrollo: "mejorar el bienestar de la población".

Una buena estrategia permite responder de manera eficiente y oportuna a los desafíos y retos que se plantean en la economía, el sector energético y los mercados internacionales. La estrategia de energía busca reducir la incertidumbre sobre las reservas de hidrocarburos, los precios internacionales de los energéticos y los cambios en la tecnología. Una buena estrategia trata de orientar a los organismos que conforman la oferta nacional de energéticos para que tomen las mejores decisiones en cuanto al uso de los recursos disponibles, en cuanto a la exploración, producción, transformación, transporte, distribución y consumo de los energéticos, tomando en cuenta los efectos en el medio ambiente. En suma, una buena estrategia de desarrollo debe considerar los dos lados de la ecuación sectorial: la oferta y la demanda.

El Estado Mexicano consciente de que Pemex y CFE tienen más fuerza política que la propia Secretaría de Energía, propuso el instrumento de política llamado Estrategia Nacional de Energía (ENE) para que la Sener pudiese orientar el desarrollo de la oferta de acuerdo con los objetivos y lineamientos del Plan Nacional de Desarrollo. El ejecutivo, a través de la Sener, estará presentando al Congreso en febrero de 2012 su Estrategia Nacional de Energía para su revisión y eventual aprobación.

Como ya se mencionó, la estrategia óptima de energía debe considerar la oferta y la demanda. Los puentes de unión entre la oferta y la demanda son los costos (formas de gestión de las empresas) y los precios de los energéticos.

El problema que tiene la ENE es que nace castrada, pues descansa sobre una figura institucional rígida e inflexible. Las empresas del Estado se mueven más lentamente que las privadas, sus tiempos de respuesta son más demorados, hay burocratismo ante la incertidumbres en los recursos y mercados, hay una ineficiencia inherente en la estructura institucional en cuanto que las consideraciones políticas prevalecen sobre las económicas, hay falta de motivación sabiendo de que sí actúan mal, de que si se equivocan, papá Estado vendrá al rescate.

Los costos de Pemex y CFE están por encima de sus homólogos internacionales. Existe exceso de personal y los niveles de pérdidas son elevados. Pemex no se conduce con la agilidad que una empresa petrolera debería tener para poder responder de manera oportuna ante los cambios en sus reservas, de tecnología y en los mercados internacionales. Las prácticas de exploración y desarrollo de Pemex son inferiores a las prácticas internacionales, es por ello que el ritmo de incorporación de reservas está lejos de ser el óptimo.

En cuanto a los precios, México tienen probablemente los peores de todos los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Los niveles de las tarifas eléctricas son los más elevados en Norteamérica, restando competitividad a nuestra industria y reduciendo el bienestar de las familias mexicanas. La estructura tarifaria es de las más ineficientes en el mundo, pues en lugar de fomentar el consumo racional provoca el desperdicio. En efecto, conforme se mejora el factor de carga de la demanda, se reducen los costos en el suministro eléctrico y esto no está reflejado en la tarifa. El ajuste de los precios de los combustibles es a través de deslizamientos graduales en lugar de ser instantáneos hacia arriba o hacia abajo de acuerdo al cambio en los parámetros de costos y los precios internacionales.

Una buena política de precios tiene que cubrir los costos financieros y los costos de oportunidad. Cuando una empresa es eficiente sus costos disminuyen, por ello en sectores competitivos las empresas compiten siendo más eficientes. Menores costos significan precios más competitivos y por lo tanto un mayor mercado. En México no tenemos un sector energético competitivo, está dominado por las empresas monopólicas del Estado, por lo que se requiere de comparadores internacionales. Cuando comparamos los niveles de costo en todas las etapas de la cadena económica de Pemex y CFE, concluimos que estamos muy por encima del estándar internacional.

Cuando consumimos más hidrocarburos, dejamos de exportar, por lo que el precio internacional representa nuestro costo de oportunidad. Los precios en México tienen que estar alineados al mercado internacional. El mercado internacional es el espejo que refleja cuánto dejamos de ganar y cuánto perdemos cuando somos ineficientes. Los subsidios en México no son a los consumidores, a los usuarios de los servicios de energía, sino a la ineficiencia del Estado y de las empresas.

Para que la ENE funcione se requiere de un nuevo marco institucional. El actual tiene muchas ataduras, la Secretaría de Energía tiene poca fuerza para lograr que Pemex y CFE hagan lo que el Estado considera deberían de hacer. La ENE no le da el suficiente músculo que requiere la Sener para que las empresas sigan los lineamientos del Plan Nacional de Desarrollo.

En un país como México, las secretarías sectoriales deberían desaparecer e integrarse a la Secretaría de Economía. Dada la inmensa fuerza de la Secretaría de Hacienda, el énfasis del gobierno es en el levantamiento de recursos fiscales más que en su uso efectivo. Una Secretaría de Economía robusta le daría más importancia al manejo eficiente de los sectores económicos y al uso eficiente de los recursos fiscales para lograr los objetivos y metas del Plan Nacional de Desarrollo.

La mejor forma de gestión de las empresas estatales es a través de la medición de sus resultados, librándolas de ataduras institucionales y conceptos erróneos sobre la soberanía e independencia nacional. El único impacto con el cual se deben de juzgar las empresas públicas es a través de su impacto en el desarrollo económico sustentable, en el bienestar de las familias mexicanas. Todo lo demás sale sobrando.

La pregunta clave es ¿cuál es la mejor forma de gestión de Pemex y CFE? Sin lugar a duda, los contratos de gestión ofrecen la mejor opción. Los mejores equipos gerenciales se seleccionan mediante licitaciones abiertas, con base en criterios administrativos, financieros y económicos.

En suma, la Estrategia Nacional de Energía que muy pronto va a presentar el Ejecutivo al Congreso no va a servir para nada, las cosas van a seguir igual, puesto que los instrumentos disponibles para hacer una buena planeación del sector no existen. La estructura institucional es limitante y deficiente y las empresas del sector se manejan más con criterios políticos que con criterios económicos. ¿Para qué tanta vuelta estando el suelo tan disparejo?

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