lunes, diciembre 12, 2016

De Estados Unidos a México: de supercarretera a camino de terracería

De acuerdo con la votación final, por lo menos cuatro de cada 10 americanos votaron por el candidato republicano, sin embargo con todos los estadounidenses que hemos hablado, ninguno ha admitido votar por Donald Trump, es como si no quisieran salir del closet y aceptar abiertamente que son racistas, proteccionistas, xenofóbicos, chovinistas, supremacistas, misóginos, no creyentes del cambio climático, etcétera. Muchos consideran que una vez que Trump tome la presidencia va a suavizar sus promesas de campaña, pero al señalar lo ultra conservadores que son los miembros considerados para su gabinete y grupo de asesores, se quedan sin palabras y nos ven con ojos enigmáticos… Y, mientras la próxima administración del gobierno de Estados Unidos se prepara para operar en los primeros 100 días, el primer año y el periodo presidencial de cuatro años, en México las autoridades federales siguen pasivas con una actitud de “ahí se va”, esperando a que el vecino del norte actúe antes de reaccionar. Eso queridos lectores es una política equivocada que nos va a resultar muy cara.

Las agencias calificadoras ven el panorama de la nota soberana de México negativo debido a tres factores. El primero es el riesgo que constituye la administración Trump, la cual afectará la inversión y el comercio de México. El segundo factor, es las expectativas de crecimiento de la deuda pública y sus efectos en la estabilidad macroeconómica del país en los próximos años. El tercer factor es la falta de credibilidad en el gobierno mexicano para lograr políticas congruentes de respuesta ante las medidas del gobierno americano, manejo del gasto corriente y la deuda externa.

Uno de los efectos principales va a ser el aumento en la inflación por el encarecimiento de los productos importados, la disminución de la demanda por nuestras exportaciones, disminución de la inversión, aumento en las tasas de interés y la depreciación del peso mexicano.

Mientras los países con la misma calificación crediticia de México de BBB han crecido en promedio en los últimos cinco años al 3.1 por ciento, México solo ha crecido al 2.4 por ciento. El diagnóstico para los países homólogos de México es crecer en el 2016 y en 2017 alrededor de 3 por ciento anual, mientras que las perspectivas para México son crecer por debajo del 2 por ciento. En cuanto a la inflación, difícilmente se logrará la meta del Banco de México de una inflación del 3%, una estimación más real es de una inflación entre el 4 y el 5% para el 2017.

Mientras el gobierno federal se debate entre sí se prepara o no ante las próximas políticas de la administración republicana, entre si toma acción o no contra de las depredaciones y abusos de los gobiernos estatales, entre si continúa el financiamiento o no de los gastos corrientes con deuda pública, los mexicanos, sus instituciones y el país se siguen depreciando en lo político, social y económico.

El gobierno federal hace poco o nada para vigilar y controlar las conductas irresponsables de los gobiernos estatales. Es natural que el gobierno federal no tiene la fuerza ética y moral para pedirles a los gobiernos estatales que actúen responsablemente, mientras siga actuando irresponsablemente financiando su gasto corriente con créditos.

Hay muchos ejemplos de tonterías y aberraciones de los gobiernos estatales y, para muestra un botón. Los constituyentes de la Ciudad de México propusieron un impuesto a la plusvalía de los bienes inmuebles residenciales, lo que supondría que los beneficios de los sacrificios y ahorros de una familia para comprar una casa serían apropiados por el gobierno de la Ciudad de México. En otras palabras la ganancia en el valor de la propiedad al venderla, diferencia entre el valor de compra y el de venta, sería para el gobierno de la ciudad, lo cual no solamente constituiría un robo al despoblado sino una señal a las familias mexicanas de no ahorrar para comprar una casa y menos invertir en mejorarla, reduciendo en consecuencia el ahorro y la inversión nacional. La pregunta obligada es ¿a quién se le pudo ocurrir semejante estupidez?

Afortunadamente la propuesta fue votada en contra, pero la propuesta tonta de hacer una constitución para la Ciudad de México sigue, pregunto, ¿cómo es posible que personas o políticos sensatos propongan más leyes cuando las existentes no se cumplen o no son entendidas por las autoridades encargadas de aplicarlas? Solamente en un país de muy bajo nivel se pueden emitir nuevas leyes a sabiendas de que no se van a cumplir, que van a crear más problemas que los que resuelven y que van a confundir más… Quevedo decía, “nadie ofrece tanto, como el que no piensa cumplir.”

Estamos en diciembre, ya tenemos la Navidad y el Año Nuevo encima, como mexicanos nos debemos regalar la preparación, el ahorro y la defensa de lo poco que tenemos. En cuanto al Año Nuevo hay que respirar hondo y profundo y aspirar a trabajar más fuerte porque no solamente tendremos que lidiar con un vecino que no nos quiere sino con gobernantes y políticos cada vez menos responsables, más ineficientes y corruptos…

Varios gobiernos y grandes hombres construyeron en tres siglos de guerras, invasiones e intervenciones una gran carretera entre Estados Unidos y México, carretera que un solo hombre convertirá en un simple camino de terracería en cuestión de unas semanas.

Los mexicanos no debemos contentarnos con que nuestras autoridades actúen más bien que mal, sino debemos aspirar a que nunca puedan obrar mal y que cuando actúen lo hagan con dignidad. Como decía algún pensador en algún momento, “…solamente los peces muertos nadan con la corriente todo el tiempo.”

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