jueves, julio 24, 2014

Perspectivas económicas para el resto del sexenio de Enrique Peña Nieto: 2014-2018

Después de 3 años de buenos crecimientos del PIB de 5.2, 3.8 y 3.9% en 2010, 2011 y 2012, respectivamente, alcanzando un promedio de 4.3%, por encima del promedio mundial, se esperaba que con la llegada del gobierno de Peña Nieto se iba a mantener e inclusive mejorar esta tendencia. Sin embargo, han pasado 19 meses y el desempeño económico no ha sido el esperado, ni el prometido, al contrario se vino una fuerte desaceleración que nos dejó al borde de la recesión. El PIB tan sólo creció al 1.1% en el 2013, muy por debajo del esperado crecimiento de más del 3% pronosticado a principios de su administración. Ahora, en su segundo año de gobierno, los pronósticos de crecimiento para el 2014 superiores al 3% se han vuelto a revisar a la baja, esperándose que este año la economía crezca al 2.2%, el doble del escaso crecimiento alcanzado en el 2013. En ambos años el crecimiento de México estuvo y estará por debajo del de Estados Unidos y Canadá, contribuyendo a aumentar nuestro subdesarrollo relativo. Ante una realidad más pobre que la esperada, uno se pregunta: ¿Por qué hemos crecido y seguimos creciendo por debajo de las expectativas?, ¿Qué es lo que está haciendo mal el gobierno de EPN?, y ¿Qué podemos esperar en los 55 meses restantes de su administración?

En días recientes di una plática sobre el tema de esta nota a un interesante grupo de intelectuales de diferentes orientaciones ideológicas y actividades profesionales. Llegué a las tres de la tarde, comí, di la plática y, entre preguntas y comentarios, salí de la reunión a las ocho de la noche. Llegué a casa totalmente agotado después de escuchar, responder y comentar preguntas de toda índole, dentro y fuera del tema. En esta primera nota trato de resumir la primera parte de dicha presentación.

Los primeros 19 meses han sido decepcionantes. Probablemente los principales logros hasta el momento del gobierno de EPN hayan sido el Pacto por México y bajo su manto, las reformas estructurales. Estos logros le confirieron a la administración de EPN legitimidad y confianza al principio de su mandato, lo cual desgraciadamente no se tradujo en un mayor consumo e inversión en el 2013 y en lo que va del 2014.

En cuanto a los principales errores de la administración de EPN, posiblemente estos tengan que ver –en el orden económico– con la demora en el ejercicio del gasto público en el 2013; la nefasta reforma hacendaria; una política fiscal que en lugar de estimular la actividad económica optó por una serie de medidas recaudatorias que disminuyeron el poder adquisitivo de las familias mexicanas y restaron incentivos a la inversión privada. Otra falla en el orden institucional correspondió a lo poco que se hizo para disminuir la impunidad, castigar la corrupción y mejorar la seguridad.

En lo que toca al crecimiento económico durante el 2013, la tasa de crecimiento fue inferior a la esperada debido a un entorno internacional más débil de lo previsto. Las economías europeas crecieron poco, mientras que la economía estadounidense aceleró su crecimiento en la segunda mitad del 2013, creciendo en promedio anual al 1.9%, por arriba del crecimiento mexicano. En el sector externo nos afectaron los techos a nuestras exportaciones de automotores arbitrariamente impuestos por Argentina y Brasil.

En lo interno el impacto fue resultado de dos factores. El primero fue el mal manejo del gasto público, el ejercicio del cual se demoró por motivos políticos y por la negociación del pacto por México; grave error de la administración de EPN. El segundo factor correspondió a la baja productividad en nuestra economía debido a 4 elementos: (1) la falta de competencia interna, (2) la excesiva normatividad, reglamentación y tramitación burocrática para las pequeñas y medianas empresas, (3) el elevado costo del dinero comparado con el de nuestros principales socios y competidores comerciales, y (4) los altos niveles de corrupción gubernamental que aumentaron los costos de producción. Se notó la ausencia de esfuerzos gubernamentales para superar dichos obstáculos que merman la productividad.

Los siguientes 55 meses serán mejores, pero no por mucho. Las perspectivas para los próximos cuatro y medio años de gobierno de Enrique Peña Nieto son relativamente positivas. Para empezar, nuestros principales socios comerciales, Estados Unidos y Canadá, esperan crecer a tasas superiores al 2% de aquí al 2018. Las economías de la zona del euro continuarán resolviendo sus problemas de deuda y fiscales. Aún bajo el escenario pesimista de que Grecia abandone la zona del euro, las principales economías europeas van a mantener un dinamismo positivo con tasas de crecimiento superiores al 1%.

En cuanto al efecto de las reformas estructurales en el crecimiento económico, no vamos a ver un gran impacto sino hasta finales del sexenio, en gran parte por la demora y la baja profundidad en las leyes secundarias de las propias reformas.

De tal manera que la economía mexicana va crecer en promedio entre el 3 y el 3.5% del 2015 al 2018. El tipo de cambio se situará a finales del 2018 en cerca de los 14 pesos por dólar y la inflación no rebasará el 3.5%. La inversión privada extranjera continuará llegando atraída por las altas calificaciones otorgadas a México por las principales calificadoras internacionales, la estabilidad financiera y la continuidad en la prudencia fiscal. La confianza de los inversionistas se verá fortalecida por la ratificación del gobierno de EPN del compromiso federal de dejar la determinación de las tasas de interés y los tipos de cambio al libre juego del mercado, apoyado por un importante monto de reservas internacionales de 190,000 millones de dólares y con una línea de crédito flexible con el Fondo Monetario Internacional de 73,000 millones de dólares. En América Latina, México junto con Colombia, Chile, Perú, Paraguay, Ecuador y Bolivia tendrán más éxito en su desempeño económico, mientras que Venezuela, Brasil y Argentina continuarán con una baja dinámica de crecimiento.

¿Por qué no crecimos más rápido? Seguramente el lector, al leer los datos de ascensor (que esto subió y aquello bajó) de los párrafos anteriores, se preguntará ¿qué pasó? y ¿por qué México no puede crecer a tasas superiores a 3.5%?

La economía mexicana pudo y puede crecer a tasas cercanas al 7% anual. El hecho de que no lo haga se debe al mal manejo del gasto público, a la falta de una gobernabilidad efectiva, y a las limitaciones de las estructuras política, legal e institucional. El impacto positivo del gasto público en la actividad económica fue bajo por ser su ejercicio ineficiente, mal ejecutado y posiblemente viciado. El aumento en la recaudación disminuyó el ingreso personal reduciendo el gasto privado en favor del gasto público, el cual tiene un menor impacto positivo en el crecimiento que el gasto privado.

Aparte, por mucho que se cambie una ley sectorial para aumentar la eficiencia mediante la competencia, promoviendo el cambio tecnológico y ofreciendo mejores y más baratos productos y servicios a los consumidores, si no se adecua el marco legal e institucional vigente, el resultado es que las buenas propuestas difícilmente se llevan a cabo, porque los afectados recurren a otras leyes, o simplemente se amparan.

¿En dónde estamos? Los problemas de corto plazo se perpetúan y profundizan ante la ineficiencia de las políticas económicas y el auge de la ilegalidad, impunidad y corrupción. Estos factores promueven la desconfianza de la sociedad hacia los gobernantes que van perdiendo gradual pero inexorablemente su legitimidad, reduciéndose así la gobernabilidad del país.

La economía del 2014 al 2018 se verá entre la pérdida de popularidad presidencial y un contexto de ineficacia, incertidumbre y riesgos.

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