lunes, julio 23, 2012

2 de 3 - Peña Nieto y PRI: Retos y Acciones

En este segundo artículo del tema en cuestión trataremos de responder a las siguientes interrogantes: 
  • ¿Cuáles son los principales retos que se le presentarán al gobierno de EPN? 
  • ¿Cuáles son las acciones que EPN deberá llevar a cabo para lograr su objetivo de crecimiento económico con sentido social? Y 
  • ¿Qué requiere el México del mañana?

¿Cuáles son los principales retos que se le presentarán a la administración de Enrique Peña Nieto?

Su primer reto va ser evitar los errores de los gobiernos que lo antecedieron. EPN ha hablado de no mirar más al pasado, insistiendo en la renovación del PRI. Suponiendo que es sincero tendrá grandes desafíos en el orden interno.

Sin lugar a dudas, el desafío más relevante es resolver el problema de la pobreza extrema y la desigualdad. El modelo económico de los tres últimos gobiernos ha favorecido más al sector externo como detonante del crecimiento, que al fortalecimiento del mercado interno. Esto tiene que cambiar, porque no es posible crecer por arriba del 2% mientras que la mitad de la población se encuentra en la miseria y carece de oportunidades de superación.

Para fortalecer el mercado interno y resolver la pobreza, se requiere llevar a cabo las reformas estructurales, varias de las cuales van en contra de los intereses clientelares del propio PRI. Pero no hay escapatoria, las reformas estructurales en las áreas fiscal, energética, laboral y educativa son esenciales para impulsar una economía de libre mercado con sentido social. De lo contrario, EPN no tendrá los recursos suficientes para cumplir con su principal promesa  de “lograr la seguridad social universal”, promesa cuya realización costaría alrededor de 900,000 millones de pesos anuales. Sin las reformas estructurales que impulsen un crecimiento de por lo menos 5% anual no solamente no se generarán los ingresos fiscales necesarios para financiar tal promesa, sino tampoco se van a generar los empleos necesarios para combatir la pobreza.

Otro importante reto es luchar contra los famosos e inextinguibles dinosaurios y sindicatos corruptos que tanto le han costado a la nación. Los dinosaurios políticos están refugiados en los estados con gobernadores y alcaldes corruptos algunos de los cuales bajo sospecha de estar coludidos con la delincuencia organizada. Los grandes sindicatos corporativos como el petrolero y el de los maestros requieren abatirse. Si el gobierno de Peña Nieto no puede llamar a rendir cuentas a estos poderes fácticos, emblemáticos del despilfarro, la impunidad y la corrupción, no podrá abatir la pobreza ni la desigualdad social, ni menos crecer al ritmo acelerado que requiere México.

¿Cuáles son las principales acciones que EPN debería llevar a cabo?

Suponiendo que EPN es hombre de palabra y que en realidad busca el beneficio del país y no el personal o el de su partido, sus acciones deberían empezar apenas se confirme su triunfo. Las primeras acciones serían a muy corto plazo, de aquí al 1ro de diciembre de 2012 cuando toma posesión. Su administración no cuenta con una mayoría en el Congreso. La medida inteligente es formar un gobierno de coalición.

Un primer paso sería invitar al gabinete a Gabriel Quadri y a Josefina Vázquez Mota, lo cual le daría, por un lado, una imagen conciliadora y participativa y, por el otro, interlocutores para lograr el apoyo en el congreso para que aprueben sus iniciativas. Dentro de éste orden de ideas, porque no le ofrece chamba a Felipe Calderón, quien todavía tiene muchos años útiles por delante; preferible que trabaje en su administración a que Calderón erija el Centro Calderón y le haga ruido a su administración.

Peña Nieto está obligado a gobernar con todos y para todos: los priistas y los de otros partidos; los que nada tienen y los poderosos; su gobierno y el Congreso; el gobierno federal y los locales; los políticos y los ciudadanos. Estas alianzas y pactos no son nada fácil… resultan tan complicados que nunca se han dado en nuestro país, pero también resulta cierto que jamás se han buscado de manera seria. De no intentarlos, la administración de EPN fracasará y desilusionará como los gobiernos de la alternancia. Y, como siempre, volveremos al mismo punto de partida en seis años: “prometimos como nunca, e incumplimos como siempre.” Pongamos los puntos sobre las is: más que un punto de llegada, esto es un punto de partida hacia algo mucho mejor.

Peña Nieto requiere de grandes esfuerzos de negociación y construcción de acuerdos básicos, toda vez que será necesario llevar la democracia electoral a otras dimensiones económicas, institucionales y sociales. Necesita introducir elementos de coalición y participación en el gobierno federal, y cumplir con los compromisos de las reformas estructurales. Solamente así la gente lo verá como un presidente que se aleja del pasado, buscando beneficiar más al país que a su partido.

Un segundo paso es apoyar al gobierno de Calderón para que lleve a cabo las reformas estructurales a las que el PRI en el pasado se ha opuesto.  Por lo menos, las reformas fiscal, laboral y energética, las que estimularían el crecimiento y generarían recursos fiscales. De tal manera que cuando tome las riendas del poder reciba una economía con mayor capacidad (1) de crecimiento, y (2) para crear más y mejores empleos. EPN tiene que olvidarse de los celos partidistas y buscar el beneficio nacional apoyando al actual gobierno panista para que lleve a cabo las reformas estructurales que tanto requiere el país.

Un tercer paso es mejorar la eficiencia en la toma de decisiones dentro de la administración pública. Peña Nieto requiere reestructurar a las secretarías. Un principio que funcionaba bien en el pasado dentro del contexto mexicano era la separación de las necesidades fiscales de las responsabilidades del gasto público. Existía una lucha dialéctica entre la Secretaría de Hacienda (responsable de la recaudación fiscal) y la Secretaría de Programación y Presupuesto (encargada del gasto e inversión pública). Esta confrontación competitiva obligaba a ambas secretarías a ser más eficientes. 

Hay que separar la responsabilidad de la recaudación fiscal de la función del gasto e inversión pública, mediante el fortalecimiento de la Secretaría de Economía integrándole como subsecretarías a las secretarías sectoriales (energía, comunicaciones y transportes, agricultura, ganadería, turismo, etc.) esto no solamente agilizaría la toma de decisiones y reduciría la burocracia sino haría más eficiente la planificación del desarrollo y la asignación de recursos para el crecimiento sustentable. 

No es lógico que la secretaría encargada de recabar los fondos para el desarrollo también sea la responsable de la distribución de estos recursos entre los diferentes sectores de la economía. La Secretaría de Economía tiene que decidir qué es lo que se requiere para crecer y en dónde se debe invertir, para resolver el problema de la pobreza, para ser más productivos, para crear más empleos y exportar más. La Secretaría Hacienda tiene que decir “esto lo máximo que te puedo dar sin comprometer la capacidad de crecimiento de la economía”. Reducir los recursos a los agentes productivos mediante el cobro de impuestos afecta negativamente al crecimiento económico, mientras que el gasto e inversión pública en proyectos de desarrollo tiene un impacto positivo en el crecimiento.

En efecto, la restructuración institucional propuesta crearía una súper-secretaría, de equivalente poder a la Secretaría de Hacienda, pero eso está muy bien, pues solo así, con una súper-secretaría, se podrá dialogar con los grandes sindicatos y poderosos empresarios, tales como Slim, Baillères, Salinas, Garza Sada, Lorenzo Zambrano, Azcárraga, Chedraui, Quintana, Roberto Hernández y otros. 

A mediano plazo, las acciones que deberá tomar el gobierno de EPN durante los seis años de su mandato estarán encaminadas a promover el desarrollo económico y social de manera sostenida y sustentable, lo cual implica hacer más robusto al mercado interno. Durante los próximos cuatro a seis años México estará ante un clima de incertidumbre en el contexto internacional, con bajas perspectivas de crecimiento de la economía global.

¿Qué requiere el México del mañana?

Por lo tanto, México requiere: 
(1) fortalecer su blindaje económico,  manteniendo prudencia fiscal y promoviendo la estabilidad económica de los tres últimos gobiernos; 
(2) fortalecer el mercado interno mediante las reformas estructurales y la rendición de cuentas en la asignación de recursos a los estados, municipios y sindicatos; nunca se podrá abatir la pobreza ni reducir significativamente las desigualdades sociales mientras los recursos no lleguen a quienes lo necesitan y tales recursos no llegarán en los montos originales mientras continúe la corrupción e impunidad, y 
(3) promover más la interconectividad global mediante nuevos acuerdos de intercambio comercial  y tratados de libre comercio; México debe aprovechar  sus ventajas geográficas, demográficas y culturales entre los EEUU  y América Latina en un mundo crecientemente interconectado. 

Cada vez es más relevante la “conectividad” en el sistema económico mundial. El Estado con más conexiones será el jugador central, capaz de aprovechar más las innovaciones y lograr el crecimiento sostenible.  Peña Nieto tiene la oportunidad de aprovechar las ventajas geográficas comparativas, revitalizando la cuenca del Atlántico, proponiendo una nueva relación entre las dos Américas y Europa. La Unión Europea y los EEUU representan alrededor del 60% del PIB global. La mayor parte del comercio y la inversión directa mundial pasan sobre el Atlántico. Existe un enorme potencial para una integración económica más profunda. América podría convertirse en un mercado integrado por más de  800 millones de personas. 

EPN tienen la oportunidad de consolidar las instituciones democráticas y el estado de derecho en nuestro país, haciendo del dialogo, la negociación y las coaliciones elementos indispensables de las políticas de estado. Un México líder en la integración económica entre Norte América, la Unión Europea y América Latina será un jugador relevante e integral del mundo occidental. 

El modelo económico adoptado por México en los últimos tres gobiernos puede seguir rindiendo grandes beneficios, pero es un modelo que tiene que flexibilizarse y ajustarse oportunamente a los cambios en el contexto externo y a las necesidades internas. Actualmente el modelo no opera bien debido a que no se han aprobado las reformas que requiere para adaptarse y responder en tiempo a los retos externos e internos. Todos los modelos tienen que evolucionar: el cambio es la constante de cualquier economía exitosa.

En suma, el gobierno de EPN tiene que marcar una diferencia importante con respecto a las tres últimas administraciones: 
  • formar un gobierno de coalición, 
  • fortalecer al mercado interno a través de la creación de más y mejores empleos, 
  • crear una súper-secretaría de economía, y 
  • retomar el liderazgo internacional en América Latina. 
Si EPN es sincero y honorable tendrá también que ser valiente para emprender, por un lado, las reformas estructurales que requiere el país y, por el otro, derrotar el caudillismo populista, la economía cerrada, los cotos de poder, la corrupción y la impunidad.

No se requiere ser genio para saber caminar en la dirección correcta, sólo se requieren pantalones.

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