sábado, septiembre 09, 2017

¿Qué va a suceder con el Banco de México?

El panorama económico, social y político para México es incierto dado el salto de la inflación a principios de 2017, el aumento del déficit fiscal, el factor Trump, las negociaciones del TLCAN, los vaivenes políticos y las tensiones internacionales provocadas por la carrera armamentista de Corea del Norte. Una institución que ha venido dando estabilidad, confianza y certidumbre al funcionamiento de los mercados, en especial el financiero, ha sido el Banco de México, pero –frente a la inminente salida del gobernador Agustín Carstens– ha habido gran preocupación acerca del futuro del banco. De tal manera, el Presidente Enrique Peña Nieto le pidió al doctor Carstens que demorará su salida, del 1 de julio al 1 de diciembre de 2017, a fin de enfrentar la escalada inflacionaria y la depreciación del peso por las amenazas del muro, migratorias y comerciales del Presidente de los Estados Unidos de América Donald Trump.

La preocupación de los agentes económicos sobre quién va a tomar las riendas de Banxico después del señor Carstens es válida y justificada, pues el Banco de México es la principal entidad del Estado que brinda un campo de juego parejo para la operación de los mercados financieros y monetarios; Banxico a su vez provee de certidumbre a los ahorradores, financistas e inversores contribuyendo a mantener el poder adquisitivo del peso y la estabilidad monetaria de la economía. La pérdida de confianza en la capacidad y habilidades de dicha institución para mantener la estabilidad ante los shocks inflacionarios, llevaría a una disminución en los gastos de los consumidores y las inversiones de los empresarios, deteriorando nuestras perspectivas de crecimiento a corto plazo.

El gobierno de Plutarco Elías calles creó en 1925 por mandato constitucional el Banco Central del Estado Mexicano, como una institución autónoma en sus funciones y administración. El gobernador de Banxico no solamente preside a la junta de gobierno encargada de diseñar e instrumentar la política monetaria del país, sino también es su vocero y dispone del voto de calidad en las decisiones. El cambio de gobernador podía afectar la dirección del banco con consecuencias en el nivel general de precios, las tasas de interés y el valor de nuestra moneda.

Al inicio del 2017, Banxico, ante el ascenso en la inflación (que rebasó la meta del 3% a más del 6%), respondió subiendo las tasas del histórico 3% al 7%, evitando que continuara la escalada de precios. El desafío que tendrá que encarar el próximo gobernador en lo que resta de 2017 es combatir la inflación con nuevos aumentos en la tasa de interés, mientras que en el 2018 tendrá que manejar la disminución de las tasas de interés conforme disminuyen las presiones inflacionarias dentro de un contexto de bajo crecimiento, elecciones presidenciales, y de constantes hostilidades del Presidente Donald Trump, que siente una gran antipatía por México y los mexicanos.

¿Quiénes suenan como posibles candidatos? ¿Será el actual secretario de hacienda José Antonio Meade o será otro? Varios nombres se han manejado dentro de los cuales destacan el doctor Alejandro Díaz de León, el más joven de los subgobernadores, respaldado por el Secretario de Relaciones Exteriores Luis Videgaray y aparentemente el favorito al interior del banco. Otro candidato es el doctor Manuel Ramos Francia, considerado el sucesor natural de Agustín Carstens, reconocido en el mercado internacional, y sin grandes nexos ni simpatías políticas. El cuarto candidato es Alejandro Werner, actual director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional; el quinto es el economista Miguel Messmacher, Subsecretario de Ingresos de la Secretaría de Hacienda, y podría haber un sexto, reconociendo la posibilidad de que el Presidente Peña Nieto se saque a un candidato del sombrero, tal y como podría ser el Director de Pemex José Antonio González Anaya, economista cercano al Presidente.

Un buen gobernador requiere olfato para entender a los mercados, y ese olfato lo da la experiencia y la preparación, experiencia doméstica e internacional, y una preparación académica sólida en economía y finanzas internacionales. El encargado de dirigir los destinos del Banco Central tiene que entender cómo operan la economía nacional e internacional, en especial las economías de los principales clientes comerciales de México, puesto que la otra cara de nuestra moneda es el valor de las monedas de los países con los cuales comerciamos, o sea, el tipo de cambio. Un tercer atributo que se debe buscar en el candidato a gobernador es su autonomía e independencia de intereses y compromisos políticos.

La independencia en la gestión del Banco Central es prioritaria para el logro de su principal objetivo que es la de luchar contra la inflación, en otras palabras, mantener el poder adquisitivo del peso y buscar la estabilidad monetaria. Frecuentemente, el gobierno trata de presionar a las autoridades del Banco Central para que el banco ayude en los objetivos públicos de política fiscal, y de gasto e inversión pública, lo cual generalmente lleva a presiones inflacionarias, déficits fiscales, endeudamiento público, devaluaciones de la moneda, y escasez de bienes y servicios. Un indicador de que el gobernador está haciendo bien su trabajo es de que la gente del gobierno esté enojada con él, porque frecuentemente les tendrá que decir que no a sus solicitudes de imprimir más dinero para cubrir sus déficits o crear más empleo.

En México, históricamente los gobiernos federales han respetado poco o nada la autonomía e independencia del Banco Central, presionando a su gobernador y miembros de la junta de gobierno para que apoyen las políticas económicas de crecimiento. Sin embargo, a partir del gobierno de Ernesto Zedillo se ha respetado la independencia de Banxico con los obvios beneficios de una mayor estabilidad y una recuperación más pronta ante los shocks externos.

Varios banqueros han mencionado que el gobernador debería tener continuidad y creatividad. La continuidad es buena, pero no necesaria, basta con el currículum y las primeras decisiones para saber a dónde va y de qué está hecho el nuevo líder del Banco; aparte, no necesariamente alguien que ha estado trabajando en el Banco va seguir la misma trayectoria del gobernador anterior. En cuanto a la creatividad, el uso de las herramientas y empleo de nuevos instrumentos lo da más la experiencia y preparación que la creatividad de la persona; aparte de que es casi imposible evaluar dicho atributo.

A primera vista, los seis candidatos tienen experiencia y preparación; sin embargo, cuatro de ellos tienen nexos y simpatías con los políticos y gobernantes del momento, las cuales posiblemente limitarían su autonomía de pensamiento e independencia de gestión. Los dos candidatos remanentes, Manuel Ramos Francia y Alejandro Werner parecen reunir los atributos necesarios para convertirse en dignos sucesores del doctor Agustín Carstens.

La independencia del gobernador de Banxico del gobierno y los políticos adquiere mayor relevancia en el contexto actual, donde parece haber un movimiento en el Congreso para modificar la ley y darle al Banco Central la responsabilidad, no sólo de mantener el valor adquisitivo de la moneda, sino la de promover el crecimiento. Estos dos objetivos se contraponen puesto que, por un lado, reducir la inflación generalmente implica aumentar las tasas de interés a fin de disminuir la inversión, el empleo y el consumo, disminuyendo las presiones inflacionarias, y, por el otro, aumentar el crecimiento implica estimular la inversión, el empleo y el gasto de los consumidores para lo cual se rebajan las tasas de interés y, a veces, inclusive se emplea el financiamiento deficitario, ambas medidas inflacionarias.

Si algo nos dice la historia de México, es que los gobiernos populistas del pasado emplearon el financiamiento deficitario y el sobreendeudamiento para sufragar sus mega proyectos que condujeron a varias crisis económicas y sociales, en donde prevaleció la inflación, las devaluaciones y la incertidumbre. Un Banco Central independiente de las políticas del gobierno es lo que requiere el país para crecer de manera sana y sustentable, minimizando los efectos perniciosos del déficit fiscal y el sobreendeudamiento al que frecuentemente recurren los gobiernos en turno.

Un Banco Central independiente y autónomo, con el solo propósito de mantener el poder adquisitivo de la moneda, es el escudo de la gente contra el mal gobierno.

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