viernes, octubre 14, 2016

Los debates y la fragilidad del peso

No deja de causar sorpresa la gran influencia de los vaivenes políticos y económicos de Estados Unidos en las perspectivas de México y del tipo de cambio. Los debates entre los candidatos presidenciales de Estados Unidos Hillary Clinton y Donald Trump han tenido fuerte impacto sobre el valor del peso, comprobando una vez más los clásicos aforismos de: “pobre México, tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos”, “tratar con Estados Unidos es como el ratón que se duerme junto al elefante,” y “cuando a Estados Unidos le da catarro a México le da pulmonía.” Es cierto, México es la alerta temprana para el resto del mundo de la salud política y económica de Estados Unidos.

¿Debates serios o debates de confrontación?
Mi colega del Banco Mundial y gran economista francés, Yves Albouy, me comentaba que siguiendo la tradición americana se llevó a cabo un debate entre los candidatos de derecha a la presidencia francesa, el cual resultó más serio, formal y educado que el espectáculo circense de los debates entre Hillary y Trump, concluyendo que el estudiante había superado al maestro. Sin embargo, este escribiente opina todo lo contrario: creo que los debates en Estados Unidos han seguido un ciclo de lo general e intranscendente a lo particular y trascendente…

En México, por ejemplo, los debates han sido acordados y manejados por los partidos, resultando en enfrentamientos monótonos y acartonados, discutiendo temas negociados por los partidos y no los que la gente quiere escuchar. El formato negociado no permite la libre expresión, ni la espontaneidad, ni la respuesta pronta al cuestionamiento oportuno; sí, seguramente, se parecen mucho al debate serio de los candidatos de la derecha en Francia, pero seguramente más aburrido que los debates americanos en donde todo va… En efecto, prefiero mil veces los debates abiertos y de confrontación que los debates negociados a los que estamos acostumbrados en México.

Siempre que un político habla de los grandes problemas nacionales, las políticas y los desafíos, son tan sólo palabras que se lleva el viento, porque lo que prometen es muy diferente a lo que realizan cuando llegan al poder. Sin embargo, las respuestas a bote pronto de los candidatos a preguntas no preparadas, a cuestionamientos personales revelan más acerca de quién es el mejor líder o el menos malo.

Lo que estamos viendo en Estados Unidos es una evolución natural de los debates de lo que prometen los candidatos a lo que en realidad es cada candidato en substancia: su preparación intelectual y fortaleza emocional para liderar una nación.

¿Quién ganó los dos primeros rounds de la pelea a tres entre Hillary y Trump?
El parecer generalizado es que Hillary ganó los dos primeros debates, el primero con mayor contundencia que el segundo, pero la concatenación de triunfos le ha dado un gran margen en las preferencias electorales, llegando al 80% de la intención de voto contra menos del 20% a favor de Trump. A menos de un mes de distancia de las elecciones presidenciales, parece ser que este amplio margen será muy difícil de remontar.

Los debates han mostrado que Trump tiene una relación intangible con la verdad: sus frases son prefabricadas y no se apegan a los hechos sino a su percepción subjetiva de lo que son. Sus seguidores son los enojados y descontentos con el sistema; lo siguen, no porque dice la verdad, sino porque les dice lo que quieren oír, porque es un perro rabioso de callejón que alimenta sus miedos y temores, atacando a las minorías que supuestamente controlan el tráfico de drogas, violan a sus mujeres y roban sus empleos. Trump despotrica contra el comercio internacional que según el beneficia más a los otros países que a Estados Unidos. Trump alardea que no paga impuestos porque así se lo permite la legislación y porque son malgastados por el gobierno. Sus seguidores lo apoyan porque representa la cara del cambio, por ser una cara diferente a las mismas de siempre… Sus seguidores lo llaman “el obrero billonario.”

La estrategia de Trump en ambos debates ha sido la de atacar y atacar. En el primer debate, calificó a Hillary como la candidata del status quo quien ha estado en la política por cuatro décadas. Ha hecho gala de intolerancia al culpar a Hillary de todos los males y errores de las administraciones de Clinton y Obama… Inclusive en el segundo debate, amenazó a Hillary con investigarla y meterla a la cárcel.

Trump no limitó su ofensiva solamente contra Hillary y su marido, sino también se lanzó contra los moderadores, yendo al extremo de descalificar las opiniones de su propio compañero de fórmula Mike Pence, resultando que la gente pensara que Trump es un llorón y desleal.

Cuando Hillary mencionó el comentario hecho por Trump una década antes en una entrevista televisiva acerca de que “podía hacer lo que quisiera con una mujer porque él era una estrella,” respondió que lo suyo habían sido solamente palabras sin importancia, mientras que las infidelidades de Clinton habían sido hechos reales. Cuando Hillary lo acusó de no haber pagado impuestos, Trump respondió que así se lo permitía la legislación y si a alguien se debería de culpar sería a ella porque había sido la legisladora.

Hillary se vio como es, un animal político de gran tradición política familiar, seria, aburrida y sin sentido del humor, pero muy profesional. En el primer debate apareció con gran confianza y seguridad, sonriendo todo el tiempo inclusive ante los ataques de su adversario. Durante el segundo debate mostró una cara diferente, apareciendo más formal y presidenciable… Parecía un osito panda de profundos conocimientos, tal y como el monje budista del monasterio Shaolin instructor del saltamontes de la afamada serie Kung Fu de los setenta. Cuando Trump la atacó diciendo que había defendido y mentido acerca de las infidelidades matrimoniales de su marido, en lugar de responderle mencionó las palabras de Michelle Obama “cuando ellos van abajo nosotros vamos arriba.”

Ambos contrincantes no mencionaron el muro ni la migración, lo que probablemente hubiera sido positivo para Hillary, pero prefirieron esquivar el punto. Una de las afirmaciones de Trump fue que México era la octava maravilla del mundo en cuanto a sus plantas industriales, implicando que Estados Unidos se estaba quedando atrás. Su verborrea le ganó la buena voluntad de los obreros al culpar a los tratados comerciales por el desempleo y al referirse a que no pagaba impuestos porque el gobierno los usaba mal.

Afortunadamente, en el segundo debate, se habló más de Rusia que de México, destacándose las diferentes posiciones de ambos. La buena relación de Trump con Putín, quien ha estado ayudando al primero con inteligencia acerca de Hillary; Snowden, refugiado en Moscú, continua sacando temas de Hillary en su wikiLeaks.

Al término del primer debate, Trump se percató de que lo había perdido, por lo que empezó a quejarse de una confabulación en su contra, porque le dieron un micrófono defectuoso, porque las preguntas del moderador habían sido capciosas, en otras palabras siguió la clásica conducta del bully de la escuela que abusa a otros y se queja cuando una de sus víctimas le da la cara y le gana la pelea. El segundo debate también lo ganó Hillary, probablemente con menor contundencia que el primero, pero todas las encuestas y sondeos de opinión la dan como clara ganadora. Trump volvió a culpar a los moderadores por sesgar el debate a favor de Hillary… confirmando una vez más de que es un llorón.

En donde Trump se vio mejor que Hillary fue con la respuesta a la última pregunta sobre qué admiraba de su contrincante. Trump respondió que Hillary nunca se doblegaba y seguía adelante, mientras que Hillary se vio mezquina al mencionar tan sólo que admiraba el respeto y afecto que le guardaban sus hijos.

El primer debate fue el más visto en la historia de Estados Unidos, uno de cada cuatro americanos lo vio: un total de 84 millones de americanos. Aun cuando el interés para el segundo debate decayó 25%, los 64 millones de televidentes que lo vieron continuaron siendo un segmento importante de la población americana.

¿Qué hay entre el peso y el pesado de Trump?
La pregunta que muchos nos hacemos es ¿cómo puede ser que una moneda considerada fuerte se deprecie y aprecie dependiendo de los vaivenes de un simple debate político?

Antes del primer debate los mercados pronosticaban que Trump ganaría por lo que el peso se devaluó a un mínimo histórico de 20.29 pesos por dólar, tendencia que se revertió después de concluido el debate con la victoria de Hillary. El peso se apreció en más de 2%, llegando a 19.79 pesos por dólar a la compra. Después del segundo debate, el peso continuo fortaleciéndose contra el dólar, llegando alrededor de $19 pesos, comprobando lo que los mercados venían diciendo, “si le va mal a Trump le va bien a México.”

México carece de un blindaje político por falta de destreza y liderazgo de nuestros gobernantes, lo cual genera incertidumbre y desconfianza. Fortalecer la confianza de los inversionistas, empresarios, trabajadores y consumidores requiere de credibilidad en las acciones del gobierno y ésta se gana con acciones contundentes en defensa del país, en la lucha contra la inseguridad, corrupción e impunidad, y si de algo ha dado muestras este gobierno es de debilidad, de falta de valentía política para enfrentarse aquellos que atentan contra la mayoría de los mexicanos, llámense estos maestros en busca de privilegios o miembros del crimen organizado o un fascista norteamericano que ha basado su campaña presidencial en denigrar y atacar a México y a los mexicanos.

Es cierto, la caída de los precios del petróleo y la perspectiva de aumento en las tasas de interés en Estados Unidos le han restado fortaleza al peso, pero probablemente el factor más importante que explica su gran fragilidad ha sido la pérdida de confianza de los inversionistas por la baja destreza política de la administración actual que no ha sabido lidiar con la amenaza que representa el candidato republicano. La volatilidad del peso ha aumentado por los factores Trump y Peña Nieto, uno por atacar a México y el otro por no saberlo defender.

En conclusión
Ambos debates manifestaron la falta de inteligencia emocional de Trump, comprobando que es un perro rabioso de callejón, con suerte para los negocios, pero con grandes carencias para llegar a ser un buen presidente. Hillary ganó los dos primeros debates y amplió su ventaja, y aun cuando falta el tercer y último debate que podría ganar Trump, la distancia entre ambos candidatos es tan grande que difícilmente podrá revertir su desventaja.

El peso seguirá mostrando signos de inestabilidad y se mantendrá entre los 19 y 21 pesos por dólar hasta después de las elecciones presidenciales. El factor Trump es tan importante en la fragilidad del peso gracias al factor Peña Nieto que genera desconfianza por su falta de liderazgo.

Parafraseando a nuestra poeta Lina Zerón, vivimos en un país tan grande que todo nos queda lejos: la seguridad, la dignidad y los buenos gobernantes… Pobre México tan lejos de Dios y tan cerca de Peña Nieto.

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