domingo, agosto 30, 2015

México y occidente, Carter y Trump, casas bien habidas, devaluación sin inflación, da Vinci en México

Occidente y México

La sociedad occidental está atravesando por una problemática existencial aguda en donde no hay una clara visión de hacia dónde se quiere ir. Con el fin de la Guerra Fría, la desaparición del imperio soviético y el fracaso del modelo económico político del socialismo leninista-estalinista, occidente perdió al enemigo común que le permitía aglutinarse en torno a sus valores de libertad, democracia y economías abiertas. Sin un claro adversario ideológico global, occidente perdió gradualmente su rumbo entrando en un período de vacío ético-moral cuyas manifestaciones han sido el consumismo materialista, relativista y hedonista. Las juventudes occidentales buscan la satisfacción inmediata, el sentirse bien en el momento, aunque sea de manera química. Es la cultura de la gratificación instantánea en donde el placer es el eje central del vivir, en donde los videojuegos sustituyen a la realidad, las imágenes sustituyen a las ideas y el “textear y video-chatear” sustituyen al tomar café con los amigos.

Estamos viviendo, como advierte Giovanni Sartori, la transición del homo sapiens al homo videns, aquel joven que maneja muchas imágenes y pocos conceptos. Nuestra clase media busca y anhela el consumismo americano. La mayoría de la juventud va en pos de las satisfacciones inmediatas, los sucesos trágicos y los atentados contra la sociedad civil, les pasan casi desapercibidos. Si lo sucedido en Ayotzinapa, la fuga del Chapo Guzmán, la línea 12 del metro, los asesinatos de los periodistas y la adquisición de las casas de lujo por el presidente y su secretario de hacienda hubieran sucedido en la década de los años sesentas o setentas, se hubiera generado descontento popular y movimientos similares al de 1968… como dijera resignado el campesino ante la pérdida de su cosecha, “…son cosas de los tiempos.”

Trump y Carter

A muchos les causa sorpresa que un pueblo como el americano pueda generar dos figuras de gran aceptación popular tan diametralmente opuestas. En un extremo tenemos al millonario Donald Trump, candidato presidencial por el partido republicano, y por el otro al expresidente demócrata Jimmy Carter. Trump hace gala de una intolerancia racial y una xenofobia enfermiza que nos hace recordar a los dictadores y kamikazes del eje de la maldad, Berlín-Roma-Tokio de 1940. Carter manifiesta –ante un grave desafío de salud– gracia, calidad humana, buen humor y los mejores valores del ser humano. La pregunta obligada es ¿cómo puede un mismo pueblo crear y amar personajes tan diferentes?


Trump ha manifestado en su campaña para alcanzar la candidatura a la presidencia de los Estados Unidos del partido republicano un odio hacia los mexicanos parecido al de Hitler hacia los judíos. Este discurso intolerante, de intransigencia racial y cultural hacia los mexicanos le ha acumulado y le sigue sumando adeptos, convirtiéndolo en el candidato republicano más popular con el 28.3 por ciento de la intención del voto, mientras que sus seguidores más cercanos Ben Carson y Jeb Bush apenas llegan al 11.6 y al 8.0 por ciento respectivamente (Fuente: elections.huffingtonpost.com/pollster, 29 agosto 2015). Varios consideran que es preferible no responder a los ataques de Donald Trump puesto que esto significaría darle importancia y protagonismo a un imbécil; sin embargo, considero que es peor quedarse callado. Recuerdo aquel poema de Niemöller:

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.

Las declaraciones simples, torpes y agresivas de este populista de derecha, personaje casi cómico con un peinado de quesadilla o de cobija doblada, han despertado el apoyo de los ultraconservadores estadounidenses. Este fenómeno está llevando a otros políticos oportunistas a salir del clóset y buscar mayor popularidad con discursos similares de resentimiento e intolerancia hacia otros grupos raciales, religiosos y culturales… ¿será que el odio une más a los hombres que un noble ideal?

Carter fue el primer presidente de Estados Unidos que introdujo la consideración de los derechos humanos para juzgar las políticas de otros países. Con los días contados por un cáncer que se le extendió al cerebro, Carter ha dado muestras de una entereza ética y moral que impresiona a propios y extraños. Con gran sentido del humor anunció las malas noticias de su salud y dio gracias por la vida plena que hasta el momento ha tenido. Al término de su presidencia, en lugar de buscar enriquecerse en el circuito de conferencias o de crear una biblioteca con su nombre, se dedicó a crear y participar en proyectos de ayuda a los menos afortunados. Éste es un presidente que será recordado por sus buenas intenciones, acciones e integridad moral, digno ejemplo de lo mejor del ser humano.

Una de las fortalezas del pueblo americano es el fomento a la lucha de contrarios, a la competencia entre rivales. La escritora inglesa Evelyn Beatrice Hall escribió en 1903 "Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Hasta ahora, en promedio han ganado más los buenos que los malos en Estados Unidos, lo cual no significa que siempre será así. Sólo basta que se duerman los buenos para que la maldad triunfe. Esta historia de lucha de contrarios ha hecho fuerte, resistente, y adaptable al pueblo norteamericano. De qué otra manera se puede explicar que después de siglo y medio de haber tenido un cruel esclavismo y una sanguinaria guerra civil entre los estados esclavistas del sur y los abolicionistas del norte, Estados Unidos haya elegido a un presidente afroamericano.

Los hispanos estamos conscientes de que muchos americanos tienen un rasgo de racismo, intolerancia religiosa, chovinismo y xenofobia, especialmente contra los afroamericanos y latinoamericanos. Actualmente hay un clima propicio para los oportunistas simplones como Donald Trump. En efecto, solamente el 30% de los americanos considera que su país va en la dirección correcta, el resto, la gran mayoría, según las encuestas, está descontenta por el rumbo que ha tomado su país. La clase media americana, por un lado, envidia a los ricos y por el otro desprecia a los pobres bajo asistencia social. Es una clase media que desconfía de sus instituciones. Este sentimiento popular es terreno fértil para un político que se aprovecha del simplismo y los valores más bajos de la gente. No dudo que en los próximos días y semanas el señor Trump sume más adeptos con su retórica populista de extrema derecha, pero tarde o temprano Trump va a caer. Los intereses del partido republicano van eventualmente a prevalecer, puesto que un candidato tan radical le costaría las próximas elecciones. Estados Unidos ya experimentó los horrores de los dictadores y kamikazes del eje Berlín-Roma-Tokio, no tengo duda de que en el momento propicio esa sociedad civil reaccionará y le pondrá un hasta aquí a la candidatura de este personaje tragicómico… mientras tanto, como dijera el comediante y actor norteamericano George Carlin, “no hay que subestimar el poder de los estúpidos en grandes grupos.”

Casas bien habidas

Después de una exhaustiva investigación de seis meses, el improvisado secretario de la función pública Virgilio Andrade anunció con pompa y platillo que no había nada ilícito en la adquisición de las casa de Enrique Peña Nieto en Ixtapan de la Sal, de la conocida Casa Blanca de su esposa la señora Angélica Rivera, y la casa de Luis Videgaray en Malinalco. En otras palabras, la investigación concluyó que no hubo tráfico de influencias ni pago de favores en la adquisición de tales casas. Todo se hizo dentro de la ley, al momento de adquirir sus casas Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray no eran funcionarios federales, claro, no se mencionó que en ese momento el primero era gobernador del Estado de México y el segundo miembro del equipo de transición del presidente electo Peña Nieto.

Con esta investigación lo único que queda claro es para que en México se le acuse y castigue a un funcionario público de conflicto de intereses, tráfico de influencias y/o pago de favores aparte de que sea un corrupto tiene que ser muy estúpido, puesto que todo lo puede hacer dentro de la legalidad. Siempre habrá algún párrafo en alguna ley que justifique sus acciones y abusos. Los gobernantes en México desgraciadamente carecen de ética pública y amor a la Patria, elementos indispensables para conducir a una sociedad al estado de derecho y al respeto a la ley. No hay duda de que en muchos países hay corrupción, como no hay duda de que México es el campeón de la impunidad.

El mensaje que se envía a los gobernantes y autoridades con esta farsa de investigación es que: “pueden hacer lo que quieran, siempre y cuando lo hagan antes y después de estar en el ejercicio de su cargo público”. El colmo de la burla es que, días después de darse a conocer los resultados de la investigación de las casas, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, sostuvo ante senadores de PRI y PVEM que se “castigará a quienes cometieron actos de corrupción y colusión con el crimen organizado…” Declaraciones y promesas sin sustento histórico, falsas afirmaciones sin respaldo por los hechos. Los miembros del gabinete son nombrados no porque saben hacer bien su trabajo, sino porque saben hacer bien la política de sombra y encubrimiento.

Con esta investigación se pretendía cambiar el rumbo de la tendencia de la notoria pérdida de aprobación de Peña Nieto, quien tiene el más bajo nivel de aprobación desde que inició su mandato: 34% en aceptación ciudadana y 15% entre los líderes de opinión.

Los recientes cambios de miembros de su gabinete obedecen, no porque considerara muy malos a los funcionarios anteriores, ni porque los quisiera castigar por sus errores, sino porque busca mejorar su imagen y preparar su sucesión. Los secretarios están ahí para hacer política y los recientes nombramientos confirman dicha intención. No es extraño por ello que estos nuevos miembros lleguen poco después del nombramiento de Manlio Fabio Beltrones como presidente del PRI y antes de rendir su tercer Informe Presidencial. Con estos cambios, el gobierno de Enrique Peña Nieto abre la puerta no a las acciones para mejorar la economía, el empleo, la educación, y la seguridad, sino para hacer política y de esta manera asegurar que el PRI se mantenga en el poder… pero, como alguien dijo: “Lo falso, por mucho que crezca en poder, nunca podrá alcanzar a la verdad.”

Devaluación sin inflación

La continua depreciación del peso ante el dólar ha ocasionado grandes preocupaciones entre las familias y empresarios mexicanos, pensando que la caída del valor del peso van afectar sus ingresos y seguridad laboral. Sin embargo, las autoridades aseguran que la depreciación del peso no afectará la inflación, lo cual causa sorpresa y extrañeza. No es razonable asegurar que no habrá un aumento de precios y mucho menos aseverar que un operativo a nivel nacional controlará los incrementos injustificados de precios. Cualquier economista sabe que en una economía abierta, una devaluación prolongada de la moneda tarde o temprano incidirá en los precios. La historia económica también nos dice que las políticas de control de precios perjudican más que lo que benefician, pues llevan a la escasez, el acaparamiento y a más presiones alcistas. Un consejo para las autoridades financieras y económicas de México: “prometan lo más apegado a la realidad económica, pues de lo contrario generan incertidumbre y falta de confianza en su capacidad y habilidad para promover una economía sana y próspera.”

Leonardo da Vinci y la belleza

México está atravesando un momento muy difícil en su historia republicana, un momento de descomposición social y de falta de optimismo ante un futuro incierto. Los mexicanos tienen temor de salir a la calle y no confían en sus instituciones. Ven con tristeza que los nuevos ricos no son los grandes científicos, investigadores, o los empresarios, sino los gobernantes, ex políticos y líderes sindicales. Se sienten atropellados con los nuevos impuestos y tarifas públicas, los nuevos requisitos y cobros de tarjetas de circulación, tenencia vehicular, impuestos prediales, aumento en las multas, etcétera y se sienten burlados porque los funcionarios corruptos siempre logran evadir la justicia. Pero del otro lado de la moneda, también hay manifestaciones sociales de que no todo está tan mal.

Desde junio a agosto 2015, se exhibió en el Palacio de las Bellas Artes la obra de Leonardo da Vinci y su concepto de belleza. Alrededor de trescientos mil mexicanos visitaron la exposición y se formaban cada madrugada en largas filas para poder entrar a gozar la obra de este gran artista universal. Esto habla bien del pueblo mexicano pues nos dice que no todo está perdido, que hay esperanza e ilusión en medio de una profunda crisis de valores, de la inseguridad ante el crimen organizado y de los abusos sin límite de los gobernantes. No dudo que al final del día, las buenas intenciones, las buenas ideas y las buenas personas prevalecerán… “dejemos el pesimismo para tiempos mejores.”

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