viernes, marzo 28, 2014

Venezuela en el ojo del huracán

Luis Gutiérrez Poucel
Lunes 31 marzo 2014

Lo que está sucediendo en Venezuela era predecible. El gobierno de Nicolás Maduro llegó al poder con una ventaja mínima del 1.5% de los votos, según los discutibles y discutidos  cómputos oficiales. En otras palabras, llegó al poder con casi el 50% de oposición. Como se ha visto en otros países, un gobierno que llega al poder en elecciones reñidas y cercanas, solo puede ganarse a la población generando buenos resultados. Pero éste no ha sido el caso del gobierno de Nicolás Maduro. La inseguridad ha continuado aumentando y la economía ha seguido cayendo.
Los pésimos resultados de la administración de Maduro continúan alimentando el descontento popular. Aparte, todo lo que no debería de hacer un gobierno para agravar una crisis política, el gobierno de Nicolás Maduro lo ha hecho y lo sigue siendo… Maduro parece ilustrar aquel dicho de Einstein, que dice: “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.”
Me he desempeñado durante 20 años como economista internacional, teniendo la suerte de visitar casi todos los países del mundo y puedo asegurar que no hay un solo país en donde he trabajado que no me haya gustado. Sin embargo, hay de gustos a gustos. Mientras que hay países en donde uno va solamente a trabajar, también los hay donde uno va a gozar el trabajar. Venezuela era uno de éstos. Los venezolanos son alegres, abiertos y directos. Se pueden tener discusiones ardientes, terminando con una sonrisa y sin resentimientos. En mi experiencia, la gente alegre es generalmente buena. Es por ello que lo que está pasando allá me causa tan profunda pena.
El problema inició, como casi siempre, con los que menos deben y menos temen, los estudiantes, quienes se manifestaban contra la inseguridad. El gobierno venezolano en lugar de reconocer su legítimo derecho a protestar respondió con la represión. Todo lo que un gobierno no debía de hacer para agravar una crisis, lo hizo el presidente Maduro. En lugar de buscar el diálogo prefirió la confrontación y la criminalización del movimiento. En lugar de admitir que los estudiantes estaban protestando por un derecho o por una causa justa los acusó de golpistas, de que se trataba de una minoría enloquecida,  y declaró que se trataba de un complot.
Claro, hubo enfrentamientos entre protestantes y simpatizantes del gobierno, lo cual condujo a que el descontento se propagara a otros sectores de la población. Ahora el problema no es tan sólo la inseguridad sino la carencia de productos básicos y medicinas, y la falta de libertades de manifestación y expresión.
La primordial causa por la cual el descontento y las manifestaciones se extendieron tan rápidamente fue por los malos resultados económicos: 1) escasez de empleos y de productos básicos de la canasta popular; 2) disminución en los ingresos reales; 3) aumento en la inflación, la más elevada de la región, 56.2% en 2013, y 4) desplome del bolívar, mientras el cambio oficial está a 6.3 bolívares por dólar, en el mercado negro se encuentra a 10 veces ese valor.
El gobierno de Maduro, en lugar de estimular la inversión y la producción, ha introducido nuevos controles para las ganancias a las ventas y a los precios de los productos lo que ha llevado, como era de esperarse, a una mayor escasez de productos básicos y a un mercado negro galopante.
La ineptitud del gobierno para llevar a cabo políticas económicas correctas explica en buena medida la crisis actual. No hay políticas económicas de izquierda o de derecha, solamente hay políticas buenas o malas. Las políticas del gobierno han sido incorrectas, pero el gobierno y sus simpatizantes no admiten responsabilidad. Culpan del deterioro económico a la guerra económica de los enemigos de su llamada revolución bolivariana… qué torpeza no admitir responsabilidad, aprender de los errores, tratar de enmendar el rumbo y conquistar el afecto de los Venezolanos.
Estamos viendo en Venezuela una lección de lo que un gobierno no debe de hacer, así como los errores que se deben evitar en la gestión económica y política de un país.
El presidente Maduro dice una cosa y hace otra. Declara, por ejemplo, 1) que no quiere la confrontación, 2) que ya basta de sembrar tanto odio y tanta intolerancia, 3) que su gobierno está en un combate por la defensa de la paz, de la independencia, del derecho que tiene el pueblo a existir y a vivir.
Pero todas son palabras huecas y sin mensaje alguno, porque Maduro inmediatamente añade 1) que el líder opositor Leopoldo López debe responder ante la justicia por sus llamadas a la sedición, 2) que las manifestaciones son movimientos nazi fascistas que buscan un golpe de Estado, 3) que los protestantes tienen una agenda contra la revolución bolivariana y 4) que fueron entrenados en México para desestabilizar a Venezuela. Más torpeza sobre torpeza.
Esta falta de inteligencia política le ha costado la vida a más de 30 personas, ha generado decenas de heridos y torturados y ha privado de su libertad a cerca de un millar de detenidos.
La crisis ha rebasado las fronteras de Venezuela. La comunidad internacional, con sus diferentes matices y posiciones, ha coincidido en hacer un llamado al diálogo. Sin embargo, el gobierno de Maduro vuelve a hacer gala de falta de criterio político, improvisando un proceso llamado “Conferencia Nacional de Paz“, mediante el cual el gobierno, aposentado en el presídium, escucha y comenta algunos discursos representativos, como los del sector empresarial, y a otros que en cambio no representan a nadie, pero que sin embargo apoyan las posiciones oficialistas.
Para que haya un diálogo real y que no sea una farsa mediática debe de haber un mínimo de condiciones previas. Para empezar, 1º se tienen que liberar a los presos políticos y a los estudiantes detenidos, 2º la oposición tiene que estar representada en igualdad con el gobierno y 3º tiene que haber mediadores internacionales e imparciales.
La única salida a la crisis política actual es, por un lado, participar en un diálogo transparente, imparcial y justo, y, por el otro, empezar a diseñar e implementar políticas económicas correctas que generen buenos resultados. Sin embargo, viendo la trayectoria del gobierno de Nicolás Maduro no se ve cómo pueda hacer lo que por inteligencia política debería hacer.
Nicolás Maduro no es ningún Hugo Chávez, no tiene su carisma ni su inteligencia para manejar a las multitudes. También dista mucho de ser un Lula. Mientras el brasileño promovió la participación e inversión privada y la apertura de los mercados, haciendo caso omiso de la demagogia populista de que se atentaba contra la soberanía nacional y se explotaba a los consumidores, Maduro hace y declara todo lo contrario.
¡Caray!, cómo me gustaría volver a trabajar en Venezuela y gozar de mi trabajo con esa gente alegre y buena. Sin embargo, no se ven posibilidades en un futuro inmediato, porque no se vislumbra el fin del problema. Lo que veo tristemente en el horizonte es la continuación del descontento popular y el desbordamiento de la represión y la violencia.

¡Qué pena!, Venezuela parece continuará en el ojo del huracán.

5 comentarios:

Jose Luis Vega dijo...

Vuelvo a insistir, en un idioma diáfano y sencillo para nosotros los mortales, escribes de tal manera que entendemos perfectamente lo que dices y no caemos en incertidumbres de quien al escribir usa palabras "domingueras" y redacción no entendible para los que no somos políticos; gracias nuevamente por darnos a conocer un tema de actualidad, solo falta que escribas sobre los culpables de Oceanografía (o no quieres echar de cabeza a los hijos de Marthita o a Gil Díaz, o al mismo clan de Fox); espero tu escrito y recibe un abrazo.

Con mis atentos saludos:

José Luis "Pepe Pistolas"

Mury dijo...

Es una pena lo que esta pasando con Venezuela.
Maduro gano voto muy carismático, aunque su gobierno también dejo mucho que desear.
Ahora Maduro se quiere mantener en el gobierno como Chavez por manipular la imagen y la reciente muerte de Chavez inclusive con su platica con el pajarito. Chavez fue carismático, aunque su gobierno también dejo mucho que desear.
Ahora en el poder se quiere mantener a costa de lo que sea y esto obviamente es la violencia el arma única que puede utilizar no hay cordura ni resultados que lo puedan avalar.

Ricardo dijo...

Recuerdo un muy buen libro que leí hace mucho tiempo: Biografía del Caribe, por Germán Arciniegas. trataba sobre la ola de dictaduras de derecha que durante un largo periodo afectaron a los países de la zona: Perez Jimenez, Rojas Pinilla, Somoza, Trujillo...

Si mal no recuerdo, el libro pensaba en ese periodo como perteneciendo a un triste pasado, felizmente superado. Hoy tenemos a Maduro, Castro, Correa y Ortega. Me parece que habrá que pensar en escribir Biografía del Caribe, segunda parte....

Marcelo dijo...

A los tiempos me haces llegar un artículo tuyo el mismo que guarda las mismas características de solidez y claridad propias de tus escritos y ponencias. Ante la contundencia de tus cifras y argumentos, no puedo menos que agradecerte por darnos luz sobre el problema venezolano que al menos para mi, resultaba incomprensible.

De tus comentarios y de lo poco que he escuchado por TV entiendo que en vista de los malos resultados económicos, la oposición pugna por una cambio radical del modelo económico. La pregunta que surge es cómo hacerlo en forma democrática. Un referendum o pleibiscito fue inicialmente sugerido por la oposición confiando en el escaso margen con que ganó Maduro, pero abandonaron esta idea cuando el margen se amplió grandemente en las elecciones municipales, y optaron mas bien por el camino de la protesta, que también creo que sería un camino democrático muy apropiado. Pero hacer barricadas, impedir el tráfico vehicular, matar policías en forma sádica, etc. etc. no me parecen acciones muy democráticas. En EEUU, que lo consideramos el ejemplo de la democracia, no imaginaría que la policía vaya a tolerar barricadas o el mero impedimento al paso vehicular. Basta ver la actuación de la policía de New York disolviendo con fuerza inusual protestas pacíficas pero que de alguna manera obstruían la actividad normal.

Ante la crítica situación económica a la que se ha llegado y las carencias que tú señalas, creo que voces como las tuyas que deben haber muchas dentro de la oposición deberían generar una reacción mayoritaria que en forma democrática logren la aplicación de políticas acertadas o simplemente el cambio de modelo económico.

Luis Emiliano dijo...

Los puntos que tocas son atinados. No hay duda, los mecanismos democráticos deben ser el camino para hacer los cambios.

Tienes razón en apuntar que el margen con el que las fuerzas chavistas ganaron en las elecciones municipales de 3/4 del total fue apabullante. En ambas elecciones, la presidencial y las municipales ganaron las fuerzas chavistas. Pero en la democracia las preferencias tienden a cambiar y parece que en Venezuela se ha producido un cambio radical.

Una encuesta realizada entre el 28 de febrero al 2 de marzo sobre El Clima del País por la empresa Datos, con un nivel de confianza del 95%, sugiere un cambio abrupto en las simpatías por el Gobierno de Maduro. Ante la pregunta: ”Según su opinión, ¿cómo van las cosas en general en el país hoy en día?” apenas el 10% expresó que muy bien o bien, mientras que dos tercios cree que Venezuela anda mal. Sobre la gestión de Maduro se planteó “Cómo calificaría la labor que el actual gobierno de Nicolás Maduro está haciendo por usted personalmente?. ¿Usted diría que es……?” el 24% la evaluó positivamente, el 21% la estimó neutra mientras que el 50% la calificó negativamente.

Todo esta crisis se inició, si no mal recuerdo, con una manifestación estudiantil en contra de la inseguridad. No era una manifestación violenta, ni con bloqueos de calles, sino era tan sólo una marcha en la cual los estudiantes protestaban la falta de seguridad. La reacción del gobierno de enfrentarse y arrestar a los manifestantes fue desproporcionada y políticamente incorrecta. Esa fue la mecha, la que aunada a los problemas del modelo económico y al creciente descontento popular llevaron a que las manifestaciones y las protestas se multiplicaran.

Concuerdo que los bloqueos, barricadas, agresiones, asesinato de policías y opositores no son formas válidas de disensión. El problema es que las formas empleadas por el gobierno de maduro de criminalizar el movimiento y perseguir a sus manifestantes (fueran violentos o no, alcaldes, diputados y políticos de oposición) con mano dura llevaron a radicalizar las posiciones rompiendo toda posibilidad de solución democrática.

Ahora que finalmente empezó el diálogo llamado por la comunidad internacional, después de dos meses de manifestaciones, casi 40 muertos, más de 600 heridos y cerca de 2,300 detenidos, cuatro problemas limitan la efectividad del diálogo.

Primero, una manifestación pacífica de estudiantes fue agredida por un grupo paramilitar dentro de la propia Universidad Central de Venezuela. No solamente los agredieron y golpearon sino que los desnudaron, a la usanza de las SA nazi, que acostumbraban desnudar a los judíos para deshumanizarlos y animalizarlos. El ser humano es el único animal que se viste no sólo para enfrentar los cambios en la temperatura, sino por pudor. El ataque y vejación a los estudiantes no lo debería de hacer ningún gobierno que se considere representativo y democrático, pues atenta contra lo más valioso de un país, su juventud.

Segundo, la oposición no está cabalmente representada. El diálogo para ser efectivo tiene que incluir al líder más popular de la oposición, el encarcelado Leopoldo López, y a los representantes de su partido Voluntad Popular. Sólo en igualdad de circunstancias podrá funcionar el diálogo.

Tercero, para que el diálogo tenga posibilidades de éxito hay que cesar con las hostilidades contra la oposición. Sin embargo, la Fiscal General acaba de calificar al partido Voluntad Popular como una estructura criminal.

Cuarto, es imprescindible que se liberen a los dirigentes de la oposición, que cesen los procesos judiciales contra los alcaldes de la oposición, que se restituya a la diputada María Colina Machado. Sin embargo, esto no se ha hecho.

Es difícil pronosticar en que va a acabar todo esto, pero lo que si te puedo decir es que por el momento no hay ningún mecanismo funcionado que minimice las posibilidades de más violencia. La pelota está del lado del gobierno, hay que encontrar soluciones y salidas democráticas aunque pierda un poco de cara el Maduro gobierno de Nicolás.