sábado, junio 02, 2018

Estados Unidos de Trump y Aranceles

Con la reciente medida de Donald Trump de imponer aranceles del 25% a las exportaciones de acero y del 10% a las de aluminio a México, Canadá y los países de la Unión Europea (UE), nos damos cuenta de que su frase América Primero no solamente era una frase de campaña sino una manera de pensar. A Trump no le importa que tan bien le va en otras áreas de su relación con otros países, sino que tiene que ganar en todas ellas. Estados Unidos, con esta acción, declara al mundo 1) que prefiere estar solo que cooperar con otros, 2) que no tiene vecinos y amigos, sino tan sólo intereses, y 3) que prefiere intimidar antes de negociar.

EE.UU. es el país que más enemigos tiene sobre la faz de la tierra, por lo que su seguridad, tranquilidad y bienestar requieren en un mundo globalizado, sin fronteras para el terrorismo, trabajar con otros países de manera concertada y con objetivos comunes. La actitud individualista y egoísta de Trump de atacar a sus vecinos y amigos, hace a Estados Unidos más inseguro y menos confiable.

La frontera más transitada del mundo es la de México con Estados Unidos, y a pesar de que más de un millón de personas cruza la frontera cada día, ni un solo terrorista ha entrado a Estados Unidos por México. Donald Trump no reconoce la colaboración del Estado Mexicano en materia de seguridad, sino que lo sigue atacando de “que no hace lo suficiente para controlar el flujo de indocumentados de México y Centroamérica a su país”.

La historia auguraba que la región de América del Norte, con la unión de sus tres países, sería una de las de mayor crecimiento y prosperidad del mundo. Desde su inicio el TLCAN benefició a los tres países, dándoles un piso de crecimiento positivo mínimo y un blindaje económico ante las crisis financieras y políticas internacionales. Trump no entiende que los déficits o superávits comerciales entre países no son decisión de sus gobiernos sino de las decisiones libres de millones de consumidores y productores en los tres países, en donde los gobiernos tienen poca injerencia. La economía nos dice que en el mediano y largo plazo las tendencias “ganar ganar” en un ambiente de libertad y poca intervención gubernamental tienden al equilibrio, mejorando el bienestar por encima de lo que cada país hubiera podido lograr sólo, produciéndose un mayor intercambio y mayor riqueza en las economías que se unen.

Trump busca las ganancias ya, en éste momento, y sólo para Estados Unidos. Su visión es cortoplacista, ejemplifica la filosofía del bully, del matón, de exigir todo a cambio de cacahuates. Con la imposición de estos aranceles de castigo a Canadá y México, Donald Trump acaba de tirar a la basura los principios de la integración económica, la cooperación y la buena vecindad.

Una guerra comercial no beneficia a nadie y al final del día, los más perjudicados son los habitantes de los tres países, o sea, sus consumidores. Aun cuando Trump diera marcha atrás y revirtiera los aranceles, habrá consecuencias. Probablemente la primera es que los otros países serán más cautos en negociar y para creerle a Estados Unidos, porque inconscientemente van a considerar que es un país sin palabra, con gobernantes nada confiables. Una segunda consecuencia es que este comportamiento aumentará el costo de las relaciones entre los países en materia de cooperación, comercio y seguridad.

Historia Magistra Vitae”, en efecto la historia es maestra de la vida, la historia nos ayuda a evitar los errores del pasado. Con esta acción, Donald Trump confirma –una vez más– que es un ignorante de la historia, pero no sólo el, sino también son ignorantes, chovinistas y los principales culpables de la situación actual aquellos que lo llevaron al poder y lo siguen apoyando. Los Estados Unidos de Trump son los principales culpables del retroceso de la cooperación y armonía internacional que costó tantas vidas y dos guerras mundiales para alcanzar.

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